CLUB

1180 Palabras
Siento como el corazón empieza a latir con fuerza en el pecho mientras un nudo se forma en mi garganta. Tengo miedo, mucho miedo y más cuando aquel hombre se queda observándome. - Déjame salir, por favor – suplico por mi vida, porque no quiero morir. No así, no cuando no hice nada para merecerlo. - ¿eres María Paula Valencia? – pregunta él reaccionando y en ese momento quiero reír ante su estúpida pregunta, pero lo único que hago es asentir con la cabeza. - Déjame ir por favor, no he hecho nada – suplico de nuevo poniéndome de pie – te lo suplico - No puedo simplemente dejarte ir – habla él en un tono de voz tan frio haciendo que pierda toda esperanza. Rompo en llanto, llanto de impotencia y rabia, porque no puedo hacer nada para evitar mi inminente muerte. Sin saber que más hacer comienzo a golpear al cabecero de la cama de metal con la cadena. - No he hecho nada, no sé por qué estoy aquí... ANTONIO RIVERA...  La observo fascinado y como no hacerlo si es bellísima a pesar de tener sus hermosos ojos azules enrojecidos por el llanto. Ella continúa golpeando con la cadena el cabecero, puedo notar en su llanto el miedo e impotencia que siente en este momento y eso inexplicablemente hace que mi pecho se contraiga. pero ¿Qué demonios? – me pregunto internamente sin poder apartar mis ojos de ella. de repente ella se calma sentándose en el borde de la cama bajando la mirada. - Acabemos con esto – habla con voz quebrada, por lo que camino hasta quedar frente a ella levantando la mano en la que tengo el arma poniéndola en su cabeza, pero cuando estoy por jalar el gatillo mi mano tiembla un poco lo que me sorprende ya que jamás me ha sucedido. Molesto conmigo mismo disparo a la pared tras ella escuchándola soltar un grito ahogado, sin más me doy la vuelta saliendo de la habitación. Me encuentro a Julián fuera de esta observando al interior y luego a mí, mas no dice nada. - Llévala a mi habitación – ordeno haciendo que me observe perplejo. - Señor... - habla, pero rápidamente lo tomo del cuello estampándolo contra la pared junto a nosotros. - No estás aquí para cuestionar mis decisiones – hablo mirándolo a los ojos furioso - ¿Qué parte de, llévala a mi habitación no entendiste? - Lo entiendo perfectamente señor – responde Julián a lo que yo asiento soltándolo. - Que nadie se atreva a tocarla – hablo saliendo de allí dirigiéndome hasta el lugar donde se encuentran mis hermanos, aunque Sebastián y Santiago ya se han ido. - ¿Qué pasa? – pregunta mi hermana observándome mientras camino al minibar sirviéndome un trago que me bebo de golpe. - No pude matarla – hablo a lo que ellos se vuelven a verme perplejos. - ¿quieres que yo lo haga? – pregunta Miguel, pero el solo pensar que podrían lastimarla me aterra. - No, no quiero que nadie la toque – hablo sorprendiéndolos aún más. No es propio de mi tener esta actitud ya que de los seis soy yo el que no lo piensa dos veces para matar, por lo que no comprendo que es lo que está sucediendo con ella. esa chica debe morir, fue traída con un propósito y ahora que se ha cumplido, no nos sirve. Pero entonces el recuerdo de sus ojos tristes vine a mi mente haciéndome estremecer. - Déjenla unos días ya decidiré que hacer – respondo a lo que ellos enarcan una ceja. - No puede estar aquí – habla mi hermana preocupada – no sabemos cómo podría reaccionar cuando se entere de que lo que le hicimos a su familia. - Eso lo sé perfectamente – hablo molesto a lo que ella levanta las manos – solo déjame pensar – sin más salgo de allí caminando a mi estudio donde paso el resto del día atendiendo asuntos de la organización mientras mis hermanos se encuentran en Moscú. Pienso en Katrina y Sebastián, esos dos ahora necesitan más protección ya que son los más vulnerables. Inna y Gabriel son las más fuertes debilidades de mis hermanos, sin contar al pequeño Rivera que ahora crece dentro de mi hermana. Sonrió como idiota al pensar ese bebé, mi hermana siempre ha sido la fuente de felicidad de la familia y ahora aún más. - ¿Ya te calmaste? – escucho la voz de Diego lo que me saca de mis pensamientos viéndolo a él y a Miguel de pie frente al escritorio. - ¿Qué pasa? – - Te dije que seguía de mal humor – habla Miguel a lo que Diego ríe – debe ser hermosa. - No tienes una idea – respondo al tiempo que ella viene a mi mente. - ¿vamos a que te desahogues? – pregunta Diego haciéndome reír - Esa es una excelente idea – respondo poniéndome de pie – necesito pensar – salimos de la habitación en dirección a la entrada donde ya hay un auto listo para nosotros. - Que Katrina no nos vea, porque nos golpeara – habla Diego riendo y recuerdo mi herida casi curada. - Corramos entonces – digo riendo subiéndome al auto al igual que ellos. Rápidamente nos ponemos en marcha saliendo de los terrenos de la mansión, ponemos música mientras hablamos de trivialidades. Al llegar al club clandestino que tenemos donde hay algunas actividades ilegales, como casino, peleas, hay algunas habitaciones para aquellos sádicos que les gusta matar y torturar personas. También un área para la perversión referente a sexo, entre otras cosas. Bajamos del auto observando la magnífica estructura que es la mansión en la que se encuentra él club. Sonrió ante la ironía ya que este lugar se encuentra en una de las más lujosas y exclusivas zonas de la ciudad. Mientras observo el lugar una idea viene a mi mente, por lo que vuelvo la mirada en busca Julián. - Vayan, en un momento estoy con ustedes – le digo a mis hermanos que asienten con la cabeza caminando a la entrada mientras yo me acerco al hombre - ¿Dónde esta ella? - en su habitación, señor – responde de inmediato – asigne algunos hombres fuera para que la cuiden. - Quiero que busques un lugar – hablo alejándolo un poco de los demás – un lugar lo más alejado posible para llevarla allí. - Ahora mismo empiezo la búsqueda – habla a lo que yo asiento con la cabeza dirigiéndome a la entrada. Atravieso el lujoso lobby de la mansión dirigiéndome al bar donde ya se encuentran mis hermanos junto a tres mujeres que los observan con lujuria, me acerco a ellos viendo como diego extiende un vaso con lo que supongo es whisky hacia mí. - Buenas noches, señores – nos saluda con respeto Andrés el encargado del lugar. - Qué bueno que estas aquí – habla miguel observándolo – Antonio está un poco estresado. - Tengo justo lo que necesita...
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