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#Acontracorriente
SILA
Desde que vine a San Gabriel a hacer mis prácticas, jamás me había tomado un día libre para poder disfrutar de todo. Sin embargo, ahora que estoy aquí con Moríns, no deseo que este fin de semana termine, quiero quedarme aquí, hablar y reír con él y aprovechar cada minuto que estamos juntos.
Sin embargo, es momento de que volvamos a separarnos aunque esta vez es diferente, ya que no será por tantos años, si no por periodos cortos y además ahora tenemos como comunicarnos, no como antes que perdimos el contacto por completo porque ambos lo decidimos así; supongo que era por nuestro bien.
Así, Moríns y yo hemos decidido pasar todo el día en el piso colorido, no salir al tráfico de la ciudad ni a caminar por las calles del centro histórico tupidas de gente. Necesitamos este momento íntimo, de reconexión, donde pudiésemos hablar de todo, ponernos al día besarnos cuando se nos diera la gana y, porqué no, no dejar que las sábanas de la cama se enfriasen.
No puedo creer que por todo este tiempo hayamos estado separados. Ahora que lo pienso, pude haberle ofrecido miles de oportunidades para que se fuese a Madrid conmigo, tal vez hablar con mi padre o pedirle a mi tía algo pero, tal vez, si hubiese sido así nuestra relación hubiese sido diferente y posiblemente, ahora estuviésemos los dos cada uno por su rumbo, si ni siquiera dirigimos la palabra.
—Esta lloviendo otra vez— escucho la voz tan bonita que tiene, mientras entra a la habitación con un plato de pizza recalentada y dos cervezas en la mano — el tráfico debe ser un desastre.
Él se siente sobre la cama y deja el plato sobre el colchón para después darme la botella de cerveza y sonreírme — ¿Qué? — pregunto aceptándola.
—Nunca pensé que tú, Sila Canarias, tomaras alcohol— se burla un poco. Moríns se sienta sobre la cama y puedo ver los músculos marcados de su abdomen.
—No tomo tanto, pero sé tomar. Mi prima Sabina dijo que al menos debería saber hacerlo para seguridad mía. Suelo ir con ella al “Corazón Espinado” y beber una que otra cerveza.
—¿El corazón espiando?, ¿cómo la canción de Santana? — pregunta mientras prepara una de las rebanas de pizza.
—Sí, es el bar de Adrián, su novio, los jueves hay un tipo ladies Night y nosotros vamos; es divertido.
—Jamás pensé que escucharía eso de tus labios, pero me agrada— comenta y me da una sonrisa coqueta.
A lo lejos, podemos escuchar cómo la lluvia cae un poco más fuerte y en seguida el sonido de los truenos acompaña el de las gotas al caer. Para nuestra mala suerte, la luz se va y nos quedamos solo con la luz de afuera.
—Sabia que me faltaba comprar algo… velas— se acuerda y se ríe. Me hago un poco para adelante y me acomodo a su lado recargando mi cuerpo sobre su pecho. Moríns, pasa su mano por detrás de mi espada y me abraza— ¿qué hay dentro de esa brillante mente que no me quieres decir?— me pregunta.
Por unos momentos me quedo en silencio, escuchando la lluvia, para después suspirar y verle a los ojos — que no me quiero ir.
Moríns me da un beso sobre la frente — yo tampoco quiero te que te vayas pero, ambos tenemos obligaciones y cosas por hacer pero, seguiremos en contacto.
—Lo sé— respondo melancólica — esta, es la segunda vez que me despediré de ti…
—No, no son despedidas, son pausas para que ambos podamos vivir todas las anécdotas del mundo y después, en el encuentro, encerrarnos en estas cuatro paredes y contarnos todo. En cambio, si lo que te preocupa es que me vayas a dejar solo, no debes hacerlo.
—No comprendo que dices— hablo honesta, y él se ríe bajito—explícame.
Moríns deja la cerveza sobre la mesita de noche y mueve el plato de la cama para que estemos libres. Luego, me acomoda sobre su pecho y me da un beso sobre el cabello — yo, no pensaré en nadie más que no seas tú, ni estaré con nadie más… ¿entiendes?
Sonrío. Así, me pongo de pie y me siento en ahorcajadas sobre él para que nuestros rostros queden frente a frente. Con mis manos, lo tomo del rostro y le doy un beso sobre los labios que me sabe un poco a cerveza.
—No soy insegura pero…
—Yo quiero que lo sepas, Sila. Si vamos a querer que esto funcione debemos confiar uno en el otro a niveles que jamás habías confiado— me comenta— si no estás segura de empezar esto, debes decírmelo ahora, porque ya que las cartas estén sobre la mesa, es el inicio de la partida.
Me muerdo los labios levemente y luego sonrío — confío en ti, solo que si puedo ser honesta pensé que cuando nos reencontráramos ya estaríamos al menos juntos, en la misma ciudad.
—A veces los reencuentros no son como unos los espera y llegan justo cuando son necesarios— habla sabiamente. Debo admitir que extrañaba escuchar su voz y sobre todo esas palabras que siempre me da que hacen que yo entienda todo sobre la vida, el amor y, ahora, las relaciones— este es el nuestro y, por lo que veo, tendremos tantos que perderemos el hilo, pero prometo que cada uno será especial.
Él pone sus manos por debajo de mis muslos y me pega aún más a su cuerpo. Puedo sentir su hombría, debajo de mí, bastante excitada y admito que eso me hace sonrojar, jamás pensé que le gustara y excitara tanto a Moríns, ahora veo que me equivoco.
Moríns, me besa en la boca, moviendo sus labios con una lentitud tan sensual que comienza a provocar en mí todas las sensaciones placenteras que solo he sentido con él. Después comienza a bajar a mi cuello para refugiarse ahí por unos segundos, rozando mis hombros con sus manos mientras baja un poco las mangas de la camisa.
Yo cierro los ojos sintiendo cada una de sus caricias que él deposita en mí y mis manos comienzan a acariciar su torso en respuesta a todo lo que estoy sintiendo — ¿así van a ser todos nuestros reencuentros? — murmuro.
—Espero — responde excitado.
Sus manos comienzan a desabrochar mi camisa para instantes después abrirla por completo para que mis pechos se muestren ante sus ojos. Yo, termino de quitarla y una vez más estoy desnuda frente a él solo vistiendo mi braga.
—Si seguimos haciendo esto no me podré ir— murmuro.
Los dedos de Moríns comienzan a jugar con la parte de arriba de mi braga y poco a poco se va abriendo paso hasta llegar a mi intimidad. Momentos después, se levanta un poco para bajar su bóxer y una vez más entra en mí provocándome un gemido.
—Es para que te vayas con la idea, de que no deseo a otra mujer que no seas tú— responde.
Una vez más volvemos a sumergirnos en esa ola de placer infinito que tanto nos ha gustado a los dos. Si antes adoraba como Moríns me veía y me sonreía. Ahora amo como me besa, me acaricia, me murmura al oído, en pocas palabras, el como me hace sentir.
Nuestros cuerpos vuelven a adaptarse al movimiento perpetuo que hay de nuestras caderas, el sonido de su aliente en cuello me hace saber que él está igual de excitado que yo y la manera en que me come a besos me da la señal de que me ansía.
Siento las manos de Moríns apretar mis glúteos indicándome que está a punto de llegar y yo sigo moviendo mis caderas hasta que provoco mi propio placer y lo libero junto con él en un gemido que nos hace temblar a los dos.
Moríns me abraza. Pega mi cuerpo al suyo y comienza a jugar con mi cabello, descubriendo mi cuello y mis hombro derecho para empezarlo a besar.
—Eres única para mi Sila Canarias, recuerda, todo esto lo hago por ti... ¿entiendes?
Levanto el rostro para poder verlo a los ojos — Guardaré esto hasta nuestro próximo encuentro y para los días que pasaré sin ti pero, prométeme que todo el tiempo estaré en tu mente.
—No hay nada que prometer… ya estás en mi mente y en mi corazón — y señala el tatuaje — va a funcionar.
—Va a funcionar— repito para después atarme a sus labios y besarle.