CAPÍTULO 5 - ¿Qué fue de ti?

1558 Palabras
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2204040855844 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © MORÍNS Despertar al lado de Sila en verdad ha sido algo tan maravilloso como extraño. Durante muchos años he dormido solo, sin nadie a mi lado, ni siquiera cuando salía con aquella joven de la universidad se quedaba a dormir después de estar conmigo. Pero ahora, despertar con Sila y el olor de su piel, con parte de su cabello n***o y lacio rozando mis brazos, es una sensación que puedo clasificar como indescriptible. Tanto tiempo separados y ahora ella esta aquí, conmigo. Siendo la misma Sila de antes pero a la vez tan diferente, más madura y como siempre, tan bella. Al abrir los ojos puedo ver su piel morena contrastando con las sábanas blancas de la cama. Su cabello cubre por completo su rostro y sus manos yacen recargadas sobre mi pecho. Al parecer, al igual que yo, ella quiere asegurarse de que sea real, tangible, que no solo es un sueño que por mucho tiempo imaginó y que al despertar se disolverá todo como si fuera un recuerdo, tal como me pasó muchas veces a mí cuando se fue. Con cuidado, quito mi brazo por debajo de su cabeza y me separo de ella para levantarme, ponerme el pantalón del pijama e ir al baño. Momentos después, salgo de la habitación hacia la cocina y comienzo a preparar el café para iniciar el día. Hoy es sábado, así que tengo todo el día libre para ella, excepto que el conglomerado me llame para algo y tenga que ir a la oficina. Mientras la cafetera preparar el café, abro la computadora para revisar algunos correos y sonrío al ver mi itinerario en Madrid. Parece ser que este es el día de los sueños cumplidos, ¿me pregunto si también me darán un auto o algo así? ―Buenos días― escucho la voz de Sila detrás mío y al voltear la veo vistiendo una camiseta tan grande que le cubre hasta las rodillas. ―Buenos días― respondo y le doy un beso sobre los labios que me sabe a menta. Sila se sienta en el banco que está enfrente de mí y con sus manos baja la tapa de la computadora y me sonríe ― estaré solo dos días aquí. ―Lo sé, solo estaba revisando algunos correos antes de que despertaras. ―¿Algo nuevo? ― me pregunta. ―Iré a Madrid. Ella arquea las cejas y sonríe ― ¿en verdad? ―Sí, tu tía me llamó, dice que quiere conocerme y me está invitando para ir allá. ―Eso es genial. Espero conozcas al resto de mi familia y puedas verlos a todos y decirles que los extraño, pronto regresaré. Escucho que el café termina por hacerse, así que tomo dos tazas y sirvo el café, para luego ponerle un poco de leche y batirlo de una forma especial; desde que tengo formación de barista mis cafés ya no son comunes. Le ofrezco a Sila y ella lo toma con gusto y le da un sorbo ― Hmmm, delicioso. ―Gracias, receta secreta a la Morins ― comento para luego darle un sorbo. Por unos momentos nos quedamos en silencio y ella es la primera que pregunta ―¿qué fue de ti tantos años? ― inquiere― desde que dejé Vallarta a los quince. Suspiro ― un sube y baja de emociones que concluyeron en un trabajo mal pagado y pesado en Estados Unidos. Creí que ahorrando todo mi dinero podría pagar un viaje a Madrid para verte pero, pagó uno a la Ciudad de México. Te extrañé, de eso no hay duda― Sila toma mi rostro y me da un beso sobre los labios― ¿Y tú?, ¿qué fue de ti? ―Pues, entré antes a la universidad, por lo que acabaré antes que todos. Hice mi curso de primero auxilios tal y como te lo dije y me fui a vivir con mis tíos y mi prima Sabina un tiempo, hasta que ella cumplió veinte y se fue a vivir sola. Yo aún me quedé con mis tíos, la verdad es que tenía diecisiete y fácil podría haberme ido con ella pero, no era el momento; mi prima necesitaba su espacio y se lo dimos. Así que me quedé ahí, luego me mudé con mis padres y ahora que regrese, supongo que me iré a vivir sola. ―Tú, ¿viviendo sola?, no lo sé― bromeo y ella sonríe. ―¿Te puedo preguntar algo? ― habla y yo asiento con la cabeza mientras tomo un sorbo de café― ayer, antes de estar juntos me preguntaste, “¿estás segura?”, ¿por qué lo hiciste? Me quedo un minuto en silencio porque ya no sé si mi respuesta sea la correcta o simplemente ya no tenga sentido. Luego veo sus ojos y sé que debo decir la verdad como siempre ― porque, pensé que no habías estado con nadie más, que eras virgen. Sila de inmediato se sonroja y se cubre el rostro con las manos ― ¡Ay Dios! ―Que no tendría nada de malo― respondo apurado ―pero, no sé, sólo te preguntaba porque es un gran paso. Dime que no eras virgen, porque si no, me sentiré mal toda la vida, porque no tuve la consideración o pudo ser mejor… Sila niega con la cabeza ― no, no lo soy, ¿era importante para ti? ―No, claro que no― respondo de inmediato― no quería que te sintieses incómoda. Ella me toma de la mano y comienza a acariciarla ― como te dije ayer, traté de experimentar y de vivir cosas por mi cuenta. Después de separarme de ti, llegué a Madrid con este empuje de comerme al mundo, de ser diferente y hacer amigos. También porque sé que parte de la situación de que lo nuestro no se diera era por la edad y la falta de experiencia. ―Sila, no fue eso― murmuro. ―Déjame terminar, ¿sí?― me pide ― en realidad, en algún punto me puse a pensar en, ¿qué tal si no lo vuelvo a ver?, y estoy pasando oportunidades. ―Te entiendo. ―Lo de Hugo y yo, no fue nada. Solo éramos dos personas que querían saber qué se sentía y… Fue raro, raro- bonito. ―Has crecido mucho Sila Canarias― murmuro― y no te preocupes por eso, yo también hice de las mías, incluso antes de que tú hicieras de las tuyas― dejo la taza de café sobre la barra y voy hacia donde está ella para tomarle de la cintura y sentarla sobre la madera ― lo importante, es que estamos juntos ya, y que todos estos años entre nosotros, no fueron en vano. Ella acaricia mi cabello, mientras su mirada verde esmeralda no se aparta de la mía ― si sabes que hubiese deseado que fueras tú, ¿cierto? Y, tuvimos muchas oportunidades pero… ―No lo hice porque no te quisiera Sila― la interrumpo― lo hice porque te quiero tanto que sabía que no era el momento, además… ―Mi padre― dice de pronto― mi padre fue quién te lo prohibió. Niego con la cabeza ― tu padre en realidad no me prohibió nada. Jamás me dijo que no podía verte, que no podía quererte, solo me dijo que pensara bien las cosas antes de actuar y que supiera que las consecuencias del mañana son resultados de las decisiones de hoy. Qué mejor guardara ese sentimiento que pudiese florecer mejor en otro época y no uno que floreciera y marchitara. ―¡Guau!, pensé que te había prohibido todo. ―No, si no, no estuviéramos aquí. Al principio me dio coraje, debo admitir que me puse a pensar ¿cómo es que David Canarias puede ser así?, pero después lo entendí, hoy que te tengo aquí lo entiendo― pronuncio acariciando su barbilla― eres una mejor versión de ti como yo soy de mí y tal vez, si esto se hubiese dado años atrás, ahora fuéramos dos extraños. Sila me besa sobre los labios, inclina su cuerpo hacia adelante provocado que yo la tome de la cintura y la sostenga con un poco más de fuerza ― al menos ya llegamos a la misma meta. ―No, aún no. Seguimos recorriendo el camino, pero ahora juntos, solo debemos saber cuál es nuestra misma meta para llegar ahí. Ella asiente― por lo mientras, hagamos que esto funcione, después veremos cuál es la meta. ―¿Sila Canarias dejando cosas al azar?― le bromeo ―¡sí que haz cambiado! ―No tanto, la tímida y analítica Sila aún vive en mí, solo que ahora soy un poquito más deshinibida… ―Y sexy― le respondo, acariciando sus piernas y erizando su piel― y toda una mujer, nada que ver con la joven de quince años que besé en ese auto. ―¿Ahora si aceptarás que te bese con los casi 23 años que tengo? ― inquiere. ―Lo acepto. ―Te quiero Francisco Moríns ― murmura encima de mis labios. ―Te quiero Sila Canarias― respondo. Sabiendo que este sentimiento está floreciendo en el momento adecuado.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR