Sila Moríns se merece el mundo, y yo se lo quiero dar. Mi roce con la muerte no solo cambió mi pensamiento sobre ella, si no que me movió sentimientos más allá de lo que puedo controlar. También me hizo darme cuenta que la vida es una y que la quiero vivir al lado de él, de mi Moríns, por lo que, con ayuda de mi familia preparé para pedirle matrimonio, justo al atardecer como solíamos verlo juntos cuando vivíamos en Puerto Vallarta. Así, con los nervios a flor de piel y repasando lo que le diré en la mente, veo a Cho y Sabina corriendo hacia mí, con una sonrisa en los labios y ese rostro de complicidad que me hace sonreír también. ⎯Ahí viene⎯ me dicen,⎯ viene algo molesto por lo de las rosas. ⎯Pobre, espero que no se haya enojado mucho con el proveedor⎯ le respondo. ⎯No, todo bie