No quiero hacer el momento más incómodo, Espina y Roy me ayudaron a cambiarme de ropa y a preparar la cama, y Demián trajo el vaso de leche que le pedí, no tengo más razones para retenerlo y si alguien observa mi puerta sabrá que estamos a solas, por eso debo darme prisa – ¿cómo has estado? – y hago la pregunta más tonta posible con un hilo de voz. Viajamos juntos, pero no he podido hablar con él ni explicarle. – Traté de hablar con Edwards. – Lo sé, noté que tomó tu mano todo el camino. Punzada* El sonido que acaba de hacer, estoy segura que fue un gruñido. – No debí decir eso. – Estás en tu derecho. – No es tu culpa. – Bien, ¿entonces de quién es?, porque fui yo quien orquestó ese compromiso y yo quien no se dio cuenta de los sentimientos de Edwards hasta que fue demasiado tarde