—Al parecer estás muy solicitada —murmura la oficial de custodia que llega a la celda. —¿Yo? —Por supuesto, princesa de Mónaco, levántate y camina. Me paso las manos por el mono y la sigo. No hay manera de mejorar mi aspecto metida en esa celda, además de que la comida de aquí me ha sentado mal y apenas he probado bocado. Llegamos a la sala de visitas que use con Hannah y Freddy. Esta se abre y me paro en seco cuando la figura alta de Franco Hoffman se materializa. La oficial cierra y con pasos lentos, pero sin bajar mi barbilla tomo asiento. Se sienta y alisa su corbata antes de darme una mirada seria. —Mírate, metida en este mugroso lugar, deshonrando a la familia—. Su tono es cruel, y para ser sincera, no me sorprende, —te eduqué como a una reina y te di las mejores oportunidades