—Detén todo lo que haces y pidamos a los dioses dirección— digo cuando entro a la habitación de Savannah y veo la enorme maleta sobre su cama. Ella niega mientras veo sus ojos rojos y semblante triste. —No hay mucho que decir, Sam— sorbe— él fue claro y no pienso dejar que dictamine mi vida. —Pero cariño, no sé lo que te dijo, pero estoy seguro de que no lo dice en serio. Ella se sienta sobre la cama y me ve con sus ojos llenos de tristeza. —No puedo estar aquí, no mientras este con Aston— traga—, ya he perdido años sin él, y quiero poder intentarlo. Asiento. —¿Te vas con él? — Susurro Ella mira de Hannah a Sabrina y luego a mí. —No quiero ser una carga para Aston, cerca del restaurante hay una posada y voy a quedarme ahí. —Savannah… —¿Tu trabajo? —Secunda Sabrina. —Algo haré,