Cuando el almuerzo acaba, los hombres vuelven a excusarse. Al parecer tienen trabajo con el negocio que están llevando a cabo en sociedad. Así que, decidí ir a mi habitación y ahora estoy de pie frente al espejo del baño, tomo el aplicador, luego de volver a leer las instrucciones empiezo a retocarme las raíces que ya pueden verse algo oscuras. Solo llevo puesto mi brasier porque no quería perder alguna prenda, también llevo una toalla sobre mis hombros. —Si me queda bien, prometo que no seré tan exigente cuando vaya al salón de belleza —, susurro mientras continuo con mi tarea. Detrás de mí se encuentra Chanel que está sentada en sus patas traseras mientras me observa. —Lo sé, sé que estoy haciendo un desastre sobre mí, —murmuro cuando la mezcla baja por mi rostro y llega a mis orejas