Punto de vista de Lilith
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Esperé a que el chofer de mi padre llegara, tratando de mantener la calma y reprimiendo las ganas de lanzar algún objeto. Cada minuto en esta casa me recordaba lo absurdo de todo esto. Atlas podía pensar lo que quisiera, pero yo no iba a quedarme aquí encerrada, bajo las órdenes de una persona que ni siquiera se tomaba la molestia de responder a mis mensajes o llamadas.
"¿Quién se cree que es?", pensé, cruzando los brazos mientras caminaba por el salón. Claro, él podía irse cuando quisiera, hacer lo que le viniera en gana y dejarme a mí en esta jaula. Pero se había equivocado si pensaba que podía controlarme como a una muñeca sin voluntad.
"Que se dé cuenta de que no soy la mujer sumisa que él cree que soy", me dije a mí misma, intentando que
