Punto de vista de Atlas
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El sonido del disparo resonó en mis oídos, como si el mundo entero hubiera sido reducido a ese único instante. Sentí el impacto contra mi cuerpo cuando Lilith chocó conmigo, pero algo más llamó mi atención: el peso de su cuerpo contra el mío se volvió repentinamente demasiado pesado, demasiado inerte.
—¡Lilith! —grité, apenas logrando sujetarla antes de que se desplomara por completo.
La bajé al suelo con cuidado, mi mente negándose a aceptar lo que mis ojos veían. Una mancha roja se extendía rápidamente sobre su costado, oscureciendo la tela de su ropa.
—No... no, no, no... —murmuré, presionando mis manos contra la herida para detener la sangre, pero ella seguía fluyendo, cálida y abundante, tiñendo mis dedos.
Damián estaba de pie, su pisto
