Abro los ojos y Ainhoa está sobre mi brazo, está profundamente dormida, todavía tiene las mejillas sonrojadas, ni siquiera recuerdo a qué hora nos quedamos dormidos, solo sé que me siento como un idiota enamorado, que no podía quitarle las manos de encima. Retiro mi mano con cuidado y me pongo de pie, recojo mi ropa y entro al baño, si sigo al lado de Ainhoa desnuda, no podré aguantar las ganas de despertarla. Salgo de la ducha, me cambio y me acerco a darle un beso. Bajo y voy al restaurante del hotel, ordeno un desayuno completo con un ramo de rosas y le dejo una nota en la que le recuerdo, lo especial que es para mí, a pesar de ser frígida. Salgo del hotel sonriendo y voy a casa de mi madre, me cambio y recuerdo que tengo muy pocos trajes que no tengan figuras extrañas, así que le en