Cuando bajo Ainhoa se está comiendo los pancakes. —Están increíbles —dice sonriendo. —Si, también comí, aunque los míos eran especiales. —¿De verdad? —Si, Santi les puso ojos y una enorme sonrisa de chocolate. —Vaya, eso sí es especial. —Bueno, tengo que irme, si necesitas algo no dudes en llamarme. —Espero dejarte descansar, al menos por unos días. Sonrío. —Adiós. —Adiós —dice un poco triste. Subo la maleta al coche y me voy a casa de mi madre, por alguna razón siento un vacío en el pecho que no logro entender. Al día siguiente se hace el nombramiento de mi nuevo puesto de manera formal, soy el jefe del laboratorio y aunque es mucha responsabilidad, realmente estoy emocionado. El día pasa muy rápido, creo que estoy tan concentrado que no me doy cuenta de la hora, pero ha sid