El sonido de los grillos en el jardín se podían escuchar desde la habitación donde se encontraban Magnus y Adelaida, el mafioso los había llevado a una de sus nuevas propiedades, la cual tenía un extenso terreno como jardín. El silencio en el lugar era acogedor, sin embargo, el ambiente entre los adultos era estresante.
Bera al enterrarse que su segundo hijo estaba vivo, sintió una opresión en su pecho, pero no le menciono nada a Magnus, aunque esté último sabía a la perfección que aquella mirada de su madre era de dolor. Bera aunque no tuvo mucho contacto con Erik, lo seguía amando, después de todo era su hijo.
Gustaf era diferente, por dentro culpaba a Magnus de no haber apuntado bien aquella vez para terminar de una vez con Erik. Este no sentía ningún sentimiento por su hijo menor,
