29. Ser La Misma

1108 Palabras
[SERENA] Al día siguiente: 17 de octubre «¿Dormir? ¿Qué es eso?» Mis hijos pateándome, mis nervios traicionándome a causa de los recuerdos de lo vivido en esta habitación y mi jodidamente guapo esposo acostado a mi lado con tan solo un maldito pantalón de pijama color azul puesto y su torso al descubierto. Todo esto junto es la mezcla perfecta para el insomnio. Anoche por primera vez en todo este tiempo he vuelto a mirar a Gael como solía hacerlo antes. Algo en mi interior ha cambiado y recuerdo las palabras de aquella psicóloga que me atendió en una de mis numerosas internaciones en estos meses. "Serena, probablemente la mejor solución para poder superar tus miedos sea una terapia de choque." Eso fue lo que ella me propuso y yo me quede en blanco. "Con esta terapia podríamos inducir deliberadamente lo que tú has vivido aquella noche, con eso podríamos mejorar tu estado mental y comenzar lentamente a ser la misma de antes. Sé perfectamente que lo que has vivido fue traumático y el no recordarlo lo hace aún peor, pero la mejor manera de superar los miedos es enfrentarte a ellos." Me rehusaba a siquiera pasar por algo similar, pero lo de anoche ha sido como revivir de alguna manera lo sucedido. Verlo amenazándome allí a pocos pasos de mi con esa navaja me hizo sentir el miedo que no llegue a sentir aquella noche. Sus ojos clavados en los míos me produjeron tanto pánico que el ver entrar a Gael a la habitación me hizo volver a respirar. Mi mente repasa todo lo vivido en un breve instante y tal como si fuesen piezas sueltas de un rompecabezas que se van uniendo, comienzo a descifrarlo de a poco. Hasta anoche Gael era mi único verdugo porque no fue consciente de lo que Pedro había hecho conmigo. En cambio, todo lo vivido con Gael en estos meses seguía en carne viva, pero ayer las cosas dieron un giro inesperado. Pedro se convirtió en el verdugo mientras que fui testigo de cómo Gael me defendió. «¿Es acaso este cambio de roles lo que me hace sentir diferente? ¿O es que por primera vez Gael se ha comportado como esperaba que lo hiciera desde entonces?» Estoy muy confundida con todo esto, pero a la vez comienzo a sentir una paz que me hacer volver a ser un poco yo. Estoy decidida en declarar en contra de Pedro, me rehusó a que alguien como él pueda estar dando vueltas en la calle y no sé si es por mí, porque pueda hacerles daño a otras mujeres, o porque mi instinto de madre me está gritando que aleje cualquier peligro de mis hijos. Me giro hacia el otro lado aun acostada en esta cama y al hacerlo me encuentro con la fija mirada de Gael en mí. — Buenos días. — Me saluda con su voz aun ronca. — Hola, buen día.— Respondo y después de mucho tiempo, soy capaz de mantener mis ojos en los de él sin que sienta esta extrema necesidad por esquivar su mirada. — ¿Has podido descansar? — Cuestiona acomodándose mejor en la almohada. Sonrió levemente y niego —He pasado una noche horrible. — Admito. Puedo notar como su cara se transforma, está preocupado — ¿Te has sentido mal? ¿Quieres que llame al doctor? — Cuestiona mientras se sienta en la cama haciéndome reír. — ¿Puedes calmarte un poco? — Le pido entre risas. — Vale, pero dime ¿Qué sucede? — Insiste y ahora soy yo quien se sienta en la cama. Encojo mis hombros y sonrió —Tus hijos me han pateado, los nervios que han jugado en contra, y también tú. — Admito sin rodeos y me extraño de mí misma. «¿Acaso podré volver a ser la mujer que era?» — Este... Entiendo lo de las patadas de nuestros hijos y los nervios, pero ¿yo? Me he quedado quieto en mi lado de la cama para no molestarte. — Se explica algo preocupado. — Yo no dije que me molestaras Gael.— Le explico intentando no reírme. — ¿Entonces?— Presiona. — No sé, siento que algo está cambiando en mí y que hay miedos que lentamente van desapareciendo.— — ¿Cuáles miedos?— Me pregunta mientras enreda sus dedos en su cabello como para peinarse y comienzo a revivir lo mucho que me gustaba verlo hacer esto. — Estoy comenzando a sentir que ya tu cercanía no me causa rechazo, ¿me explico?— Comento como puedo. Su sonrisa es evidente y me contagia —Te explicas. — Dice divertido — ¿Podemos decir que estoy sumando puntos nuevamente contigo? — Me pregunta mirándome con ilusión. — Puede ser.— Respondo y tomo valor —Quiero intentar algo, pero no quiero que tu hagas ni un solo movimiento, ¿de acuerdo?— Advierto. — Me quedare quieto.— Rebate intentando no reírse. Sin poder controlar este impulso que me guía, me arrodillo sobre la cama y lentamente me acerco a él hasta que quedamos frente a frente. Puedo notar en su mirada el asombro que siente en estos momentos y le sonrió. Acorto un poco más la distancia y llevo mis manos sobre sus hombros —Desearía mucho comernos a besos como lo hacíamos antes, pero tengo que volver a aprender a caminar antes de correr. — Le explico y soy yo quien lleva sus labios a los suyos y le comienzo a besar lentamente. Quizás no sea un beso como los que nos dábamos antes, pero consigo ir un poco más allá de lo que hemos ido hasta ahora y cierro mis ojos dejándome llevar a intensificar la manera que nuestros labios se funden. El mantiene su palabra, no se mueve, no me toca, pero si responde a mi beso haciendo que nuestras lenguas se reencuentren. Soy consciente del esfuerzo que hace por mantener su palabra cuando un leve quejido se escapa de sus labios. —Me detendré ahora, no quiero hacerte sufrir más.— Digo sonriéndole de manera nerviosa. — Tú puedes hacerme sufrir lo que tú quieras, si ese es el precio que debo pagar por tus besos lo hare sin ninguna queja.— Me dice divertido y solo puedo apoyar mi frente sobre la suya. — Quiero que podamos ser los de antes, te juro que estoy dispuesta a olvidarlo todo.— — Y yo estoy dispuesto a ayudarte a hacerlo.— Responde y solo nos podemos quedar mirando el uno al otro como si el tiempo se hubiese detenido aquí.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR