[SERENA]
La imagen de él parado frente a mi amenazándome con esa navaja no se borra de mi mente. He sentido tanto miedo que sentía que me caería al suelo en cualquier instante. Solo podía suplicar al cielo que ese psicópata no le hiciera nada a mis hijos; solo eso.
No sé cómo he sido capaz de reaccionar con amenazarle, y mucho menos sé cómo Gael ha sido capaz de hacer lo que hizo. Esta noche se ha comportado como un verdadero héroe y si no fuese por él… no quiero ni pensar en cómo hubiese terminado todo esto.
—Ya tengo el botiquín.— Lo escucho decirme regresándome a la realidad.
Él se vuelve a arrodillar frente a mí, deja el botiquín a un costado, y luego lo abre. —No entiendo cómo es que puedes estar tan tranquilo después de lo sucedido.— Comento observando cada movimiento que hace.
—No te creas que estoy muy tranquilo. Cuando te has salido de la habitación y lo tenía agarrado del cuello con mis brazos, he tenido que hacer un esfuerzo sobrehumano para controlar las ganas que me han entrado de ahorcarlo y matarlo allí mismo. — Me confiesa y en su voz puedo sentir el odio que siente por él.
Agacho mi mirada para evitar ver el odio en sus ojos —No valía la pena que te convirtieses en un asesino por su culpa. — Hablo tan bajito que apenas puedo escucharme a mí misma. —No quiero que mis hijos deban visitar a su padre a la cárcel. — Termino de decir y esta vez levanto mi mirada para encontrarme con la suya.
Una de sus manos se acerca a mi rostro lentamente y me acaricia la mejilla con delicadeza —Lo sé, si no lo he hecho ha sido por ti y por nuestros hijos.— Me dice en un susurro que me eriza la piel.
—¿Crees que lo encierren o le dejaran en libertad en un dos por tres?— Pregunto preocupada mientras que él vuelve a ponerse en su pose de enfermero mientras prepara todos los materiales para curar mi mano.
El silencio parecer eterno y es solo cuando su mirada vuelve a la mía que me doy cuenta de que me explicara algo de suma importancia —Si tu declaras lo que sucedió anteriormente, puede que sí. Para eso seremos tú y yo quienes hablemos de lo sucedido, pero si no lo hacemos; lo más probable es que no lo hagan. — Me dice y es así como empieza mi dilema interno.
Son muchas cosas las que me atormentan, pero entre ellas el miedo a que lo que me ha sucedido se haga una noticia publica a causa de quien es mi esposo —Gael.— Digo en un susurro.
—¿Qué?—
—No quiero que si hablo de lo que sucedió la gente se entere. Eso significaría que nuestra intimidad quedaría al descubierto, ¿me explico? — Comento.
Él asiente, me da una leve sonrisa, y vuelve a acariciar mi mejilla —Te entiendo, y me encantaría prometerte que eso no sucederá, pero sabes perfectamente que está fuera de mi control. Lo que sí puedo ofrecerte es contratar al mejor abogado, explicarle lo sucedido y que él se encargue de todo de la manera más confidencial posible, ¿sí?— Propone.
En estos momentos me encuentro en medio de dos caminos, uno el cual puede resultar en callar y que Pedro quede en libertad, o el segundo es el que propone Gael y pueda resultar en que ese hijo de puta termine en la cárcel por muchos años.
—Gael.— Digo bajito.
—Dime.— Responde de inmediato y me sonríe levemente.
—Si todo sale a la luz, ¿tú no me dejaras? — Pregunto con miedo.
Él sonríe, niega y suelta todo lo que tiene en la mano para sujetar mi rostro —Mientras que tú no quieras que me vaya de tu lado, yo estaré siempre ¿lo entiendes? — Me responde con tanta firmeza que en estos momentos siento que todo lo vivido hasta ahora ha desaparecido. No sé si el verme amenazada por Pedro ha cambiado mi sentir, o es que cómo se ha arriesgado. Gael me ha hecho ver que a pesar de los mil errores cometidos; él sigue siendo aquel Gael del cual me enamore.
—Entonces lo hare. No quiero volver a tenerlo cerca nunca más. Quiero ser feliz, estoy harta de este miedo que me oprime el pecho, de esta sensación de angustia que siento a cada día...— Explico.
—Daría lo que fuese por poderte quitar todo eso. Por curar las heridas que yo sé que he causado también. — Expresa y noto como las lágrimas caen de sus ojos —Nunca he sentido tanto miedo como cuando te vi allí parada en esa esquina siendo amenazada por esa navaja. Miles de cosas se me han pasado por la mente y entre ellas fue el perderlos a ustedes tres. — Me confiesa llevando sus manos sobre mi abdomen.
—Si te quedas a mi lado y vuelves a ser el Gael que me ha enamorado podrás quitarme todos esos miedos.— Confieso y es mi más clara demostración de que he sacado una bandera blanca entre los dos para dar por finalizada nuestra guerra.
Él se sonríe —Claro que me quedo, y no dudes ni un minuto que volveré a ser aquel Gael del que tú te has enamorado. — Me dice mientras seca sus lágrimas.
Solo le puedo sonreír y acercar a él para besarle tiernamente —¿Comenzamos de nuevo?— Pregunto sobre sus labios.
—Por favor. — Me pide y le sonrió –Pero antes, déjame curar tu mano. — Me pide con una media sonrisa.
—Prosiga doctor. — Indico dándole mi mano para que comience.