Al día siguiente: 25 de diciembre Despertar y sentir sus labios besando mi espalda es una sensación hermosa, y como si esto fuese poco, sus brazos me rodean por la cintura y acaricia mi abdomen con la yema de sus dedos. Me encanta sentir su aliento en mi cuello y muero cuando muerde mi lóbulo. —Feliz navidad, hermosa —lo escucho decirme y sonrió. —Buenos días, mi amor —respondo y me giro entre sus brazos para poder verlo a esos ojos negros que me derriten. —Te ves divina —susurra y acaricia mi cabello con sus dedos—. ¿Has descansado? —averigua y sonrió. —Bastante teniendo en cuenta que nos hemos dormido tarde —explico con picardía. —Eso es bueno, ¿y las náuseas? ¿aun no? —averigua y niego. —Por ahora bien, ¿y Mili? Debo ir a verla —trato de explicar con la intención de levantarme de

