Al día siguiente: 3 de agosto El llanto de Milagros a través del intercomunicador que tiene en su cuarto me hizo despertar antes de que Gabriel lo hiciera. Verme abrazada a él fue una imagen bastante sorprendente, una que ya no me da culpa y empiezo a disfrutar cada día un poco más. Ahora mismo tengo mi hija en brazos mientras que le doy de comer y no puedo dejar de sonreír como una tonta —Estoy muy enamorada hija— Le digo muy bajito mientras que ella se aferra a mí disfrutando de su desayuno —Pensé que nunca más me iba a enamorar de esta manera, no quiero que pienses que trató de reemplazar a tu papá, jamás lo haré, pero creo que Gabriel puede ser un muy buen padre para ti— Le digo y esta conexión que siento con ella es tan única que no la cambiaría por nada. El silencio en este cuarto

