—¿No es muy pequeña para ir a una fiesta de cumpleaños en la piscina?— Pregunto con un poco de miedo cuando Gabriel estaciona el auto frente a una hermosa casa ubicada a pocos kilómetros de la fundación.
Él apaga el coche, se desabrocha el cinturón de seguridad, y me mira a la cara —Lo único que no puede es entrar a la piscina todavía, pero puede estar con más personas, eso no le hará daño mientras que no haya ningún virus de esos raros, ya sabes… — Me explica con esa paciencia que tanto lo caracteriza.
—Supongo que estas acostumbrado a madres paranoicas como yo— Bromeo y solo sonríe mientras que acaricia mi cabello.
—Es normal que tengas todas estas dudas, nadie te enseña como ser padre, créeme— Comenta y me encanta esa manera tan calmada con que a veces puede lidiar con estos asuntos.
