Estamos desayunando en calma mientras que Milagros nos observa detenidamente desde su sillita de bebé, y no cabe duda de que la magia reside en los momentos simples, en aquellos que muchas veces damos por sentado, pero que luego frente a un fuerte golpe de la vida, empezamos a apreciar mucho más.
—Entonces, ¿Qué me tienes que contar de ti que yo no sepa?— Me pregunta luego de beber un sorbo de café.
Sonrió —Supongo que muchas cosas ya las sabes…—
—Solo algunas, pero tampoco creas que he ido al internet a buscar acerca de ti. Únicamente sé lo que has escrito en tu ficha de ingreso a la fundación, y lo que me has contado— Expresa y sonrió.
—¿Sabes que podrías haber tenido mucha información de mí y de mi familia solo por buscar mi apellido? ¿no?— Pregunto incrédula y asiente con la cabe
