Cuando entro a la sala, viene saliendo el médico cirujano. Mamá está siendo sostenida por Lucas, porque al parecer sus piernas no dan a basto y su corazón tampoco. Las lágrimas bañan su rostro. Para no despertar a Gabriel, se cubre la boca con las manos intentando ahogar bramidos de dolor… y entonces lo sé todo. —Mamá… —susurro acercándome a ella, ayudándola a sentarse. Ella no es capaz de articular palabra. Comienzo a llorar sin siquiera haber escuchado la noticia. Lucas, que desapareció por unos segundos, vuelve con un vaso de agua con azúcar que sabrá Dios dónde consiguió. —No… —intento hablar pero tampoco puedo. —Tú padre… —murmura mamá con voz ronca—. Se... se ha ido. No. No quería oírlo. Tenía la esperanza de que no fuera verdad. Ahora que esas malditas palabras huyeron de su