ADAM
Ya esperé demasiado ver a Vivi llegar desde la playa. Me siento un tonto mirando a todas estas parejas felices.
No aguanto más, así que decido ir a verla.
Me voy por el mismo camino por el que desapareció, hasta que piso arena. El mar se aprecia en toda su extensión, celeste, potente. El cielo azul parece pintado por Picasso, las pocas nubes que lo cubren forman figuras abstractas, hermosas.
Y unos metros más allá, veo la silueta de ella. Mi Viviana.
La brisa marina revolotea sus cabellos, y sin pensarlo dos veces me acerco más. Quiero ver su rostro, quiero apreciar su expresión.
Cuando estoy a pocos pasos de ella, noto como pequeñas gotas resbalan desde sus ojos por sus mejillas, mientras observa el oleaje toda ida. No sé qué hacer, al parecer aún no nota mi presencia.
Lent
