Sentí mi corazón partirse en pedazos, mientras las lágrimas corrían libremente por mis mejillas.
Y luego… salí corriendo.
Lo sabía, me estaba arriesgando demasiado y luego de ser rechazada de esa forma, no pude evitar lanzarme sobre mi cama y llorar, llorar por su rechazo y encima, por la manera cruel y las palabras que había tenido que usar para que me entrara en la cabeza de una vez por todas que no estaba interesado en mí de esa forma.
No le gusto, jamás le gusté.
—Natalie, escucha…
—P-pero… tú me besaste —lo miré suplicante, desesperada porque me diera una explicación satisfactoria—. ¿Por qué lo hiciste, si no sentías n-nada más q-que… que…
—Oh, eso… —desvió de nuevo la mirada, rascando su nuca de manera incómoda—. Yo… me sentí mal de haberte tratado mal al principio y-y lueg
