Aparco delante de la comisaría, y un federal me está esperando junto al poste que anoche trepé con Elías. —Buenos días, Azael. —Buenos días. Me guía por comisaría hasta una sala de la segunda planta, dónde quince federales más están esperando con equipo sobre una larga mesa de madera. —Ya todos están preparados, así que te vamos a colocar un chaleco antibalas –me explica un agente –. Te pondrás la sudadera por encima de este. Me quito la sudadera, y con agilidad y prisa me coloco el chaleco y encima de nuevo la sudadera. — ¿Sabes usar una pistola? –cuestiona un agente, que rodea la mesa y a sus compañeros y me entrega un arma de fuego –No creo que sea necesaria su utilización, pero no viene mal llevarlas. —Sé algo sobre usarlas. —Bien –asiente –. Ya que tú eres el más cercano a Car