Ya estaba ahí, no podía arrepentirme, mucho menos había marcha atrás, además quería saber como nada algo de Thomás.
—¿Estás segura de la dirección?—pregunta mi madre.
—Sí —Asiento. —. Ya había venido, es la dirección de sus tíos.
Dejo de mirar por la ventana del taxi y saco mi celular par revisarlo.
Rebeca: ¿Vendrás hoy?
Nathan: ¿Te molestaría si te agrego al grupo de los chicos? ¿Vienes al culto?
Sonrío por sus mensajes, no pensé que tendría nuevos amigos y esas cosas, me estoy adaptando muy bien, sólo había falta que tuviera tres meses en aquel grupo de jóvenes para sentirme en casa.
«No estoy en el país» les escribo a los dos.
Nathan: Ah (Carita de sorpresa) ¿A quién le pidió permiso o le avisó?
Yo: Soy mayor de edad.
Nathan: Soy su líder.
Yo: Sí claro.
Echo un vist
