—Lisa, Laura no abre —El hombre miró a su mujer con cierto desconcierto. —Seguro ya durmió —comentó la mujer restándole la mayor importancia. —Tiene tres días sin salir de ahí ¿no te diste cuenta? —¿Cómo que tiene tres días sin salir de ahí? ¿Qué comió? ¡Podía estar inconsciente Damian!—Ella perdió el control. —Hey, cálmate. A mi no me grites, primero que nada es tu hija, eso deberías saberlo tú —dijo el hombre mirándola con incredulidad. —Maldita sea sabes que no paro en casa, ¿tú que mierdas haces en casa?—Desesperada empezó a buscar su juego de llaves. —. ¡Abre la maldita puerta! —Voy por las copias —Avisó el hombre marchándose. Lisa casi se comía las uñas de la desesperación, estaba horrorizada, no estaba lista para perder otro hijo ¡eso no! Además literalmente Laura era la