Capítulo 3

2225 Palabras
Asintió con la cabeza y se sentó a comer en la cocina junto a la madre de su mejor amiga. Más tarde regresó a casa sin miedo alguno, pues su tía estaba satisfecha y no la molestaría, después de obtener lo que quería, sería difícil. Entró a casa silenciosamente, le importaba muy poco hacer ruido pero estaba tan acostumbrada. Entró a su habitación tranquilamente, iba a darse una ducha pero su mirada cayó sobre su celular, tenía diez llamadas perdidas de Thomás. Mordió su labio apenada. Pensó por unos cortos segundos y decidió escribir rápidamente un mensaje. Hola. Lo siento, olvidé el celular en casa. Luego de enviarlo se metió al baño. Luego se puso su pijama y se sentó sobre su cama apoyando su espalda a la cabecera de la cama, viendo su celular. El mensaje que le había enviado a Thomás tenía las dos flechitas pero no estaba azules, esperaba con ansias que estuvieran azules, no quería que él estuviera molesto. No podía darse el lujo de perder a las únicas personas que le daban importancia. No aguantó la desesperación y le marcó, estaba en línea ¡¿por qué no le escribía?! Se puso a pensar si su mensaje había sido tan frío, o había desactivado el visto. —Tu mismo me dijiste que no mendigara amor, si no contestas no te seguiré marcando —dijo, con seguridad dejando sobre la mesita de la lámpara el celular. Se cruzó de brazos seriamente. Escuchó una notificación y tomó el celular rápidamente pero no era un mensaje de él, era una simple notificación de f*******:. Tiró el celular sin ganas sobre la mesita de noche e intentó dormir. A la mañana siguiente le fue extraño que él no le hubiera contestado aún, eso era porque no lo haría claramente. Antes de ir a la escuela se preparó una sopa instantánea, y se fue rápidamente para no tener que ver a su tía. Su amiga no asistió a clases ese día, en el receso se la pasó leyendo un libro titulado: Herido pero aún caminando, lo estaba leyendo cuando le llegó un mensaje de Thomás. Dejó el libro sobre la mesa y tomó su celular para ver mensaje. ¿Dónde estás? Pensó en su respuesta por un segundo y escribió. Ella: En algún lugar de la escuela. Él: ¿Podemos hablar? Ella: Quiero estar sola. Él: Pensé que habías estado suficiente tiempo sola ayer. Ella: Y yo pensé que no me querías hablar ayer. El mensaje apareció que había sido leído pero no obtuvo respuesta. «¿Fui muy dura?». Se preguntó a sí misma. Continuó leyendo tranquilamente, ya tenía suficientes problemas como para querer discutir con Thomás. Estar en la escuela era como salir de su infierno personal y siempre trataba de disfrutarlo al máximo. Thomás llegó hacia ella con su teléfono en manos, viendo su ubicación. —Que bueno es la tecnología ¿no?—comentó para llamar la atención de la castaña. Laura levantó la cabeza mientras pasaba un mechón detrás de su oreja y lo miró a los ojos, depositó el libro despacio sobre la mesa y cruzó los brazos. —Hola. —Hola —Le contestó secamente. —. Ojalá y la tecnología también pudiera decirme que estabas haciendo ayer para dejarme en visto la noche entera estando en línea —Soltó sin pensar. —Ojalá y no me preocupara tanto si te llamo diez veces y no contestas —Thomás se sentó frente a ella. —Te dije que olvidé mi celular en casa, ¿por eso me ignoraste? Eso no es maduro Thomás —dijo, con ironía en la voz. —No es la razón, es la razón de que no confíes en mí, de que no me digas que sucede y que no me quieras hablar cuando te sientes mal —farfulló Thomás. —. Peor aún, aunque te busque el lado es difícil, literalmente tengo sacarte lo que te pasa, tu no me cuentas —Le reprochó. —¿Sabes? Tengo suficiente en casa para aguantar esto también —Se paró tomando el libro sobre la mesa. —. No me gusta hablar de mis problemas porque me gusta que me hagas olvidarlas. Sin nada más que decir, se dio la vuelta dejando al pelinegro ahí. —Laura —No le contestó. siguió su camino, mientras abrazaba el libro contra ella. Quería a Thomás pero no era alguien que dependía mucho de los demás, desde pequeña aprendió a velar por sí misma gracias a como la trataban sus padres, ella sabía como sobrevivir sola. Cuando sonó el timbre anunciando que podían irse, tomó su mochila y se esfumó, quería estar sola por más tiempo y ya tenía donde iría. En su camino se encontró con Thomás, esperándolo, con la mochila colgada del hombro y apoyado a la pared. —¿Te puedo acompañar hasta casa? —No iré a casa —contestó, sin mirarle. —Pues, a donde sea que vayas —Él la empezó a seguir. —Es lejos y tardaré un poco. —Eso no es ningún obstáculo —Thomás se colocó a la par de ella. —No me gusta esto, Thomás —confesó, resoplando. —Vale, lo siento, me molestó mucho lo de ayer, sé que no debí actuar así, pero es que si no se nada de ti en todo el día no puedo hacer la tarea, nada —Se detuvo frente a ella y la miró fijamente a los ojos. —Confío en ti —Le dijo ella. —. No quiero que cada vez que no te diga lo que pasa en casa, pienses lo contrario. No me gusta hablar de casa, cuando estoy afuera quiero disfrutar al máximo. Escaneó los ojos grises del chico, sintió sus brazos rodearla y se dejó abrazar. —Lo siento. —Yo también lo siento —Se alejó y con un sutil movimiento alejó mechones de su frente. Él le sonrió y la tomó de la mano para ir juntos de la mano hacia donde siempre se juntaban. Al llegar frente a la playa, dejaron sus mochilas a un lado y se sentaron en la arena a ver las olas. Apoyó su cabeza al hombro del chico mientras pensaba. «Quiero ser luz, pero hay tanta oscuridad. Quiero amar, pero hay tanta maldad, quiero imitar a Jesús y perdonar a todos los que me lastiman pero es tan difícil como duele, quiero pensar que te tendré una eternidad junto a tí, pero cada minuto a tu lado es oro, y puede que esto se vuelva pasajero. Tengo tanto miedo.» Pasó un mechón detrás de su oreja, el viento movía su cabello hacia otro lado mientras ella tenía la mirada perdida en la playa. «Hay un sentimiento que me mata, me duele como si fuera a pasar, quiero pensar que es mi imaginación, que no me vas a abandonar, que tú no, pero nada es seguro. Amar tiene un precio, y hay que pagarlo, a la mala o a la buena. Así de simple. » —¿En qué piensas?—Escuchó la voz de su compañero, alejó la cabeza de su hombro y lo miró a los ojos. —En nosotros, quiero imaginarme un futuro, pero...es como si no lo tuviéramos —dijo, con temor en la voz. —La tenemos, y sino, llegará —Le acarició la mejilla tiernamente y le dio un casto beso en los labios. Quería tener esa seguridad que tenía Thomás, esa seguridad que le transmitía pero le era difícil, poco en su vida había durado y era normal que sintiera que en un momento todos terminaran abandonándola. No le temía a la soledad, pero si tenía miedo de perderlo a él, después de todo su familia eran ellos, Paula, él y la familia guerrero, de la suya no podía ni hablar. Volvió a colocar su cabeza en el hombro del chico y así se quedaron hasta que llegó la hora de marcharse. Cuando llegó a casa, agradeció a Dios de que su tía no estaba, puso música y limpió la casa, antes de ponerse a hacer sus tareas. Estaba emocionada, Thomás tenía una presentación que le habían invitado a participar un grupo de chicos para tocar. «Hoy es un día importante, por primera vez, Thomás tocará, no sólo para mí, o Paula, sino para un grupo de personas, que también admiraran y verán su gran talento. Ojalá y sus padres vieran eso que vemos nosotras en él, estoy tan emocionada Dios...» —Dile a tu sobrina que apague esa mierda —Escuchó una voz ronca y seguido pasos hacia donde se encontraba. —Ya oíste —Frente a ella apreció su tía. Desde el comedor pausó la música desde su celular, y siguió en sus cosas tranquilamente. Luego se paró para irse a su habitación, en el sofá de la sala pudo ver a su tía con un hombre que le parecía peligroso, pero como siempre no dijo nada y se fue a su habitación. Más tarde se alistó antes de avisarle a su tía, si la respuesta era un no, igual iría, no era de ser desobediente pero su tía no merecía que fuera obediente y tranquila. Bajó con un pequeño bolso en manos, el hombre que estaba con su tía se había ido. La puerta se abrió y apreció su supuestamente tío, era que con tantos hombres que llegaba a la casa no sabía cuál era su tío verdadero. —Hola, Laura ¿a dónde vas tan hermosa?—Le preguntó el hombre acercándose. —A una presentación, cuánto tiempo sin venir ¿no?—comentó sonriente. —Sí, mucho trabajo, recién llegué y pasé a ver a tu tía —El hombre sacó su billetera. —. Ten, para que aunque sea un helado te compres. —Da para diez, pero no se preocupe —Siguió bajando hasta estar frente a frente al alto hombre de ojos negros. —Ten, no es que fuera un extraño para ti —El hombre le abrió la mano y le entregó varias papeletas. —Gracias —Le contestó sonriente. Era el único que la trataba tan bien dentro de esas cuatro paredes y se recriminaba por no poder decirle que tipo de persona era su tía. —¿A dónde vas?—preguntó su tía, bajando detrás de ella. Ambos giraron a mirarla inmediatamente. —Hola, amor —Saludó el hombre. —. Va a una presentación, no la hagas llegar tarde, que te vaya bien pequeña —Le deseó. —Gracias —Sonrió satisfecha, y se fue, con la llegada de su ‘tío' su tía no podía retenerla, eso era la ventaja que tenía cuando él estaba. El pequeño concierto se estaba realizando en el campamento juvenil, lo que ambos temían era que los padres de Thomás llegaran a enterarse pero decidieron arriesgarse. —Todavía puedes renunciar —Le dijo, nerviosa. —No. —¿Y si tus padres deciden no pagarte esos estudios a Alemania?—preguntó, tratando de que lo analizara bien. —Mucho mejor —respondió Thomás, sonriendo pero nervioso por dentro. —No digas estupideces —Ella le pegó un manotazo. —. Primero tus sueños, luego estoy yo. —No tiene sentido porque eres mi sueño —Thomás le robó un beso antes de subir corriendo hacia el pequeño púlpito y tocar con todo, sin miedo a nada, con la mirada fija en la chica que amaba, la que esperaba que fuera eterna, el amor de su vida. Laura se mantuvo mirándolo todo el tiempo hasta concluir la participación, luego abrazada a él caminaron por todo el lugar repleto de jóvenes con algunos adultos. —Me siento terrible cuando es tan bueno así conmigo y... Que yo le oculte algo así me hace sentir ruin —Habló mientras caminaba junto a él. —No es tu culpa, no es que te correspondiera hacer aquello, también sabemos el daño que te puede causar tu tía si le dices —Le dijo Thomás. Escuchó atentamente sus palabras y lo pensó por milésima vez, él tenía razón pero aún así le incomodaba aquello. —Tienes razón, espero que se entere él mismo, aunque de todos modos yo seria el blanco, sólo quiero que se de cuenta de quien tiene por mujer, mi tía no lo merece, es un amor como persona —Apretó su cartera bajo su mano. —Ya no me agrada tanto, me está robando a mi chica —Se quejó Thomás. Ella carcajeó. —No tienes que estar celoso, tu chica sólo te quiere a ti—Le apretó un cachete, sonriendo. —Ojalá y sonrieras así todo el tiempo —Le dijo Thomás, en tono serio. —. También me gustaría estar siempre, para presenciarlo. Laura juntó sus labios mientras lo miraba fijamente a los ojos. Hay vacíos que nos llevan a buscar cosas que aún no son necesarias, sólo por querer llenar ese vacío. Y a veces sólo creamos otro. Hola chicas, gracias a Dios, hoy me siento mejor que ayer, desde hace cuatro días no podía ni pararme de la cama, hasta llegué a pensar que tenía covid ajaja, pero no, era una fiebre que andaba, y le dio a mi madre, y mi hermanito más pequeño también. ¡Si Dios quiere estaremos de vuelta completamente! ¡Bendiciones!
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