POV. GEDEÓN. Me toma exactamente siete segundos cerrar la puerta del consultorio y alejarme por ese pasillo de mierda con las manos hechas, puños y el corazón convertido en piedra. Siete segundos para no devolverme, para no cruzar esa línea maldita que me haría regresar por ella y no dejar que el impulso más visceral de mi cuerpo me empuje a tomarla del rostro y obligarla a decirme la verdad. Pero no lo hago. No porque no quisiera. Sino, porque ya no sé si hay algo verdadero en ella. Vivian me mintió. Me mintió con los ojos húmedos, con la voz temblorosa, con ese cuerpo que conozco mejor que nadie. Me mintió con palabras que no le creen ni sus malditas pupilas. Y, aun así, lo hizo. No era su voz lo que me hablaba allí dentro. Era la voz de su desesperación, de su padre, pero no la s