CAPÍTULO 67.

2561 Palabras

Salgo de la casa como un huracán. Como si las paredes me escupieran, y ya no hay lugar para mí entre los cimientos rotos de una realidad que se derrumba. Las puertas no son suficientes para contenerme, ni el aliento entrecortado, mucho menos las lágrimas que no corren por mi rostro, pero queman. El cielo matutino está gris y hace juego con mi estado de ánimo, es como si compartiera el mismo nudo que se me apretaba en el pecho. Había pensado venir a ver a mi padre y hablar mi revelación a Gedeón, y lo que encontré fue a dos personas en pie de guerra. ¡Como si ya no tuviera suficiente! Vi a mi padre apuntándole con un arma a Gedeón como si fuera un animal acorralado, y Gedeón devolviéndole la mirada con esa calma tensa, casi inhumana, como si estuviera dos segundos de hacerlo volar por los

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