CAPÍTULO 22.

2043 Palabras

Nunca me han gustado los clubs. Mucho menos los que se disfrazaban de lugares exclusivos para ocultar el hedor de algo más oscuro debajo. El auto se detiene, pero esta vez lo hace también un par de camionetas que dejan claro que es la seguridad de Gedeón y que, al parecer, ya no tienen que esconderse de mis ojos. Desde afuera, aquel edificio parece una fachada sencilla con cristales polarizados, música amortiguada, una fila de personas ansiosas por entrar. Nada que no hubiera visto antes. Pero dentro… dentro sé que es otra historia. Gedeón camina delante de mí, seguro, con esa forma suya de avanzar, como si el mundo le perteneciera y nada pudiera detenerlo. Yo, en cambio, me siento como un satélite, girando a su alrededor, absorbida por su gravedad y aun sin decidir si eso es un peligro o

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