La casa Beta era reconocida por ser la segundona, la casa llena de chicos que no habían podido entrar en la casa Alfa. Poco a poco había dejado de ser una casa de segundones a pasar a ser una fraternidad de fiestas y alcohol —era la mejor en dar fiestas —. Estaba totalmente llena, había gente en la entrada de la casa que ya se tambaleaba, muchos de ellos vestían de amarillo azul —los colores de la UCLA —, con las caras pintadas, o chicos sin camiseta con la cara de un oso dibujada en sus tripas. Mason Lee, llevaba escrito en todo el torso la letra L en color amarillo, y se había pintado alrededor de color azul; parecía ir ya bastante bebido, porque cuando pasé por su lado y sus ojos algo rasgados se pegaron en mí para después rodearme con su gordo brazo, olía bastante a vodka y a m*******a.
— ¡Mi pija favorita! —gritó.
Empujé —o lo intenté —su cuerpo pasado de peso, pero no podía soltarme de su abrazo a lo pulpo. Yo había tardado algo más en bajar del coche, y Nora y Abby ya habían entrado a la casa para pillar bebidas, y Oliver... seguramente que los cinco minutos que llevaba allí ya había ligado.
—Mason... —volví a intentar quitármelo de encima, pero él frotó su mejilla contra mi pelo liso. Sentía como mi mano se hundía ante la grasa que acumulaba en el estómago —Mason, ya no bebas más hoy, ¿quieres?
Bufó en mi oído, y ¡por fin! se despegó de mí. Parecía un luchador de sumo, entre a tripa que le caía por encima del pantalón, y el pelo liso y largo atado en una coleta, solo le faltaba gritar y caminar como si le escocieran los huevos. Me reí de mi mente, y seguí caminando por la hierba de la entrada hasta que conseguí entrar en la casa.
La música estaba altísima, y los gritos de personas hacían un conjunto de sonidos que me agradaban. Ya había estado varias veces en la casa Beta, pero cada vez había cosas nuevas, esta vez había escrito en el techo el lema de la Universidad, Fiat Lux.
—Es latín.
Me sobresalte, y casi tropecé con mis tacones cal girar. Otro dato de Jax Jones: quería matarme a base de sustos. Aquella noche parecía brillar, no olía a alcohol, solo a colonia... a una colonia muy suave y adictiva. Quise hundirme en su cuello y olfatearlo toda la noche. Llevaba unos vaqueros negros y una simple camiseta gris de manga corta que dejaba ver todos los tatuajes que ocupaban sus brazos y su cuello, pero creo que eso no era lo que más me llamó la atención. ¡Sonreía! A lo mejor una de sus zorras le había dicho que estaba más guapo cuando sonreía, pero quería creer que no era por eso.
—Sí, ya sé que es latín, no soy gilipollas —sonreí.
Se cruzó de brazos, y tiró su cabeza hacia atrás. Su nuez se notaba a pesar del tatuaje sobre esta, y subía y bajaba con lentitud, como si estuviera tragando saliva. Las luces intermitentes de neón que había le iluminaban la cara casi pareciendo algo único e inimaginable, que se movía a cámara lenta dándole sensualidad. Estaba tan loca con su sensualidad, que no me dí cuenta de que había estado riendo, se había reído conmigo.
—Es acojonante ver como te haces la fuerte cuando hace minutos no podías alejarte de Mason.
—Oh no —negué, y agité mi dedo delante de su cara —, no, no, no, no, no. Ni se te ocurra pensar así, ¡dios no! —arrugué la nariz. La imagen mía y de Mason apareció por mi mente como un flash —. j***r Jax, ni de coña.
Cuando me volví a fijar, él estaba apoyado en la pared amarilla de la fraternidad, de brazos cruzados y mirándome fijamente.
—Estás sexy... —aseguró de lo más directo.
El pecho se me oprimió con fuerza, y cogí todo el aire que pude rezando porque el sonrojo de mis mejillas no se notara —o no mucho —, realmente esperaba que las luces y el humo del tabaco y los porros camuflara mi cara. Era la primera vez que escuchaba como decía algo caliente hacia mí, y asumo que su voz ronca y sexy era jodidamente caliente.
—Si esa es tu forma de ligar —carraspeé —, es penosa. Aunque tu también estás guapo.
Sonrió de nuevo, eso era algo nuevo, llevaba diez minutos sonriendo y se había reído, sin duda alguna adoraba verlo así.
—Eso si es...
—No era una forma de ligar —le corté, y caminé hasta estar algo más alejada de él —, era una forma de hacerte sonreír.
Me seguí alejando de él entre las personas, pero no mucho, no lo suficiente como para no poder escuchar su grito.
— ¡¿Dónde vas?!
Me giré levemente, y le vi caminando detrás de mí a unos cuantos pasos. Algunos le miraban, parecía que sentían raro que Jax Jones persiguiera a una chica, o a una chica como yo —según ellos —: una pija.
—A beber —dije cuando me pilló el paso.
Ya veía la cocina, aunque tenía que atravesar un montón de borrachos dando saltitos, podía ver la cabellera rosa de Nora junto a Abby en la cocina. Sentí a Jax más cerca de mí cuando nos metimos en el mogollón de personas, y de repente había cambiado el rumbo hacia la puerta que bajaba al desván. Miré a los lados, e intenté volver a ir hacia la cocina, pero la mano tatuada de Jax en mi cadera me impedía ir hacia otro lugar que no fueran las escaleras.
—Jax... —el corazón me saltaba con b********d en el pecho. No podía decir que confiaba plenamente en él, pero había veces en las que Jax Jones daba miedo, y a pesar de que no creía en todos los rumores... sabía que él era peligro; estaba metido en cosas malas, muy malas, y era un bad boy. —Jax...
— ¿No era que no me tenías miedo? —me susurró, pero lo hizo jodidamente pegado a mi cuello.
Se me puso la piel de gallina, y temblé pegada a su pecho en lo que veía como su mano cubierta de tinta rodeaba el pomo de la puerta y lo giraba. No, no quería tenerle miedo a pesar que parecía un jodido psicópata a punto de descuartizarme en el sótano de una fraternidad mientras se daba una fiesta. Sin duda aquello era de película.
—Sigo sin tenerte miedo —aseguré, sin embargo mi cuerpo se tensó cuando abrió la puerta y bajamos el primer escalón —. Aunque estés pareciendo un mafioso a punto de matarme, sigo estando a gusto —mentí.
Cerró la puerta, y a pesar de que la música y los gritos seguían escuchándose, me sentía aislada entre la oscuridad.
—No te voy a matar, Andra —una bombilla al pie de la escalera se encendió, y me sobresalte casi tropezando con los tacones. Ahí abajo hacía corriente, y se colaba entre mis piernas poniéndome la piel de gallina —. Deja de estar asustada.
Le miré, su mandíbula estaba tensa, y aguantó su mano en mi cintura pellizcando la tela fina de mi vestido n***o para que empezara a bajar. Bueno, me sentía más relajada sabiendo que no iba a hacer nada, pero por muy infantil que fuese, era de las que apagaban la luz del pasillo y corrían a su habitación por si algo las atrapaba.
—Me da miedo la oscuridad, imbécil.
Me miró cuando bajamos, y observé como la bombilla nos daba luz a nosotros y a pocas cosas más, estaba casi fundida, y lo máximo que veía era un sofá de tela marrón pegado a la pared. Olía a m*******a, y no se escuchaba nada que no fuera la música y gritos distorsionados y los pasos de Jax caminando lejos de mí. Mierda, no quería estar allí sola, y aunque Jax no fuera muy lejos, lo quería pegado a mí porque por su culpa estaba allí abajo.
Una televisión curva se encendió frente al sofá, e iluminó a Jax agachado frente a ella y toqueteándola. La madera del suelo resonó a medida que caminaba sobre ella, y me senté en el sofá. Quería subir y estar con mis amigos, pero en aquel momento tenía miedo de hacer saltar el carácter intermitente de Jax Jones.
—Me darás las gracias por haberte sacado de esa jodida fiesta —dijo.
Miré su espalda ancha, y me imaginé clavando allí mis uñas, o en sus duros brazos tatuados. Debía admitir que Jax era el chico perfecto, no en carácter, pero sí en físico. Estaba hecho para el pecado.
— ¿Y eso porqué? Mis amigos están disfrutando y pasándoselo genial mientras que yo estoy aquí contigo. No te ofendas, pero no sé porqué cojones me has hecho bajar.
Me miró, y se levantó para sentarse a mi lado en el sofá. No estaba lejos, de hecho si dejaba caer mi mano al sofá, tocaría su mano que se aferraba al borde del asiento del sofá; sentía el calor que desprendía su cuerpo, y me di cuenta de que era la primera vez que estaba a solas con él... bueno, no lo era, pero sí de este modo. Quería reír, ¿no era que le caía mal? Parecía que me buscaba, y él me dijo lo de ir a la fiesta.
—Tú sabes que no soy bueno —se encorvó sobre sus piernas, y apoyó sus codos en sus rodillas y su barbilla sobre sus manos tatuadas —, y me enfado con rapidez. Muchos de los niñatos de ahí arriba me han jodido, y unos amigos se van a cobrar unos favores.
Fruncí el ceño. Dejando la parte en la que me parecía que hablado en clave, levemente entendía que se iba a liar en la fraternidad, pero ¡mierda! mis amigos estaban allí.
—j***r, Jax, mis...
—Eres una jodida estresada —envolvió mi brazo con su mano, y tiró de mí hasta que quede jodidamente cerca de él, y eso era, JODIDAMENTE cerca, tanto, que mi pelo rozaba su pecho por que estaba casi encima de él —. Trent está en el piso de arriba con tu amiga esa —raramente me pareció más mayor de veinte años, como si la acción que hizo de acariciarme la mejilla le hiciera ver más maduro, pero no fue eso, fue verle responsable por cuidarme —; y los otros dos... no les pasará nada.
—Más te vale, porque te rajaré la moto como no sea así —susurré.