LXVII-1

2035 Palabras

LXVII Cuando las tinieblas desaparecieron ante la luz del nuevo día, la ciudad presentaba un aspecto extraño. Nadie había pensado siquiera en acostarse en toda la noche, y la inquietud general estaba tan patente en los rostros de los habitantes, con una expresión tan alterada por la falta de sueño, porque todos los que tenían algo que perder habían estado en pie desde el lunes, que si un extranjero hubiese penetrado en sus calles sin saber lo que había sucedido, habría llegado a creer que alguna peste horrible estaba haciendo estragos en la ciudad. En vez de la animación que reina comúnmente por la mañana todo estaba muerto y silencioso. Las tiendas, los despachos y los almacenes estaban cerrados, y desiertos los puestos de coches de alquiler y de sillas de manos; ni un solo carro desper

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