04 - REGRESO

2056 Palabras
CIRCE STARKOV Cuido a mi equipo siguiéndolos a través de la mira de mi rifle, desvió la atención de mi equipo bajando la mirada a mi muñeca izquierda viendo como el objetivo avanza a través del bosque en busca de mi equipo. - ¿Cuánto falta? – pregunto viendo a Anthon por la mira quien levanta su mano enseñándome dos dedos. Vuelvo a revisar la pantalla en mi muñeca notando que aparecen seis puntos los cuales me hacen fruncir el ceño. – atentos, los Cerberus están cerca, pero también hay dos hostiles. – vuelve hacerme una señal a modo de respuesta. Me pongo en pie echándome a la espalda en rifle tomando los binoculares avanzo con cautela y atenta a cualquier movimiento. En lo que camino pienso en lo mucho que deseo llegar pronto a Italia, llevo cinco meses en este mierdero. La peluca ya me tiene me molesta, las lentillas que ocultan el color de mis ojos y las cuales no me he podido quitar ni una sola vez ya que no puedo exponer mi identidad. Muevo mi cuello en lo que avanzo deseando una cama suave en la cual poder dormir al menos dos días seguidos, pero es algo que debo posponer por que al llegar a Italia el trabajo incrementara. Reviso mi muleca viendo a que distancia se encuentra el objetivo. - Mierda – empiezo a correr buscando un punto alto en que cual pueda defender a mi equipo – A02, hostiles a menos de un kilómetro ¿alguna señal de los Cerberus? – continúo corriendo hasta encontrar un punto alto donde ubico el rifle antes de ponerme en posición. - Ningún contacto aun – responde mi Teniente en lo que pongo mi ojo en la mirilla buscando alrededor de ellos hasta que los veo. Quien creo que es el comandante le hace una señal a su equipo, pero de repente tras el aparece un hombre con puñal en mano listo para matarlo. Los latidos de mi corazón se detienen un instante, pero lo ignoro apretando el gatillo viendo como la bala da en medio de las cejas del hombre. El comandante busca con la mirada de dónde provino el disparo lo que me hace sonreír con arrogancia. De repente veo como Anubis y Odín aparecen frente a los Cerberus, veo como el comandante les apunta a mis perros lo cual me molesta por lo que pongo un dedo en el gatillo dispuesta a dispararle donde llegue a lastimarlos. - Voy a dispararle en huevos si llega a soltar un tiro – le digo a Anthon viéndolo aparecer junto a Tao y Noah que les apuntan. Veo que hablan y lo que mi teniente le dice al comandante parece no gustarle a este último. – deben salir de allí, ¡AHORA! – ordeno viendo como empiezan a rodearlos. Empiezo a disparar a quienes puedo mientras ellos corren, deben atravesar ocho kilómetros en poco tiempo. Me pongo de pie rápidamente corriendo buscando un mejor punto. - Mantén el puto micrófono abierto – ordeno en lo que corro hasta llegar al punto donde vuelvo a adoptar posición buscando a mi equipo, pero al alarmo por un segundo al no encontrarlos. - ¿están bien? – busco en el dispositivo en mi muñeca sus signos vitales por lo que suspiro con tranquilidad al verlos al tiempo que Anthon habla. - Estamos a salvo – los busco con la mira notando como los hostiles buscan cerca de un risco. - Envió coordenadas de extracción al comandante Russo – ordeno escuchando a través del auricular como se lo indica al hombre. ¿Dónde está el comandante? Esa voz me hace estremecer por lo que busco con la mira al dueño de la misma, pero no puedo verlo o al equipo, sin embargo, no me alarmo porque sé que se encuentran bien. – avancen – hablo poniéndome de pie para avanzar – en cuanto lleguen al punto de extracción, suban al helicóptero nos veremos en Italia. - Sí, mi comandante – responde mi equipo al tiempo en lo que continuo hasta estar a un kilómetro del lugar de extracción. Por los binoculares me cercioro que todos estén a salvo, una vez que el aparato asciende verifico en mi muñeca la distancia a la que se encuentra el objetivo. busco un punto más alto y oculto hasta que lo encuentro, no puedo alejarme mucho del lugar de extracción ya que allí está mi salida. - Los Spectrus y Cerberus en el aire – la voz de mi padre llega a través del auricular en lo que yo ubico mi rifle. - Que partan en cuento lleguen a la base – ordeno buscando con los binoculares al objetivo – debo reunirme con un informante por lo que saldré del país en unas horas. - Adelante – responde antes de que todo vuelva a quedar en silencio. Me ubico viendo a través de la mira a mi objetivo mientras sonrio porque amo este momento ya que en nuestra organización soy la única que puede acertar un disparo en medio de las cejas a tres kilómetros de distancia como lo que pasa en este momento cuando tiro del gatillo e instantes después el objetivo se desploma. - Objetivo abatido – confirmo a través del auricular en lo que me pongo de pie desmontando el rifle colgándome a la espalda en lo que me dirijo al punto de extracción donde un rato después veo la caja oculta entre la maleza. Tomo el puñal que siempre cargo en el tobillo para cortar las sogas haciendo que esta se abra dejándome ver lo que hay dentro – hola bebé. - Rápidamente me pongo el casco subiéndome a la moto para salir de aquel lugar. Unas horas después llego a Lenkoran, un pueblo en Azerbaiyán donde me reúno con mi informante, el cual me da lo que necesito y al cual debo asesinar ya que no puedo dejar cabos sueltos. Suspiro viendo el cuerpo a mis pies mientras guardo el puñal en mi tobillo, sin más me dirijo al lugar de extracción ansiando una ducha decente. Al llegar al lugar veo que hay un helicóptero al que me subo relajándome en el asiento en lo que este asciende. Sé que al llegar a la base italiana voy a estar en problemas ya que no solo puse en riesgo la misión sino más importante aún, puse en riesgo la vida de los miembros de mi equipo. Soy la comandando de un equipo de elite perteneciente a una organización militar secreta. SMIF (siglas en ingles de “Fuerza Militar Secreta de Inteligencia Internacional”) mi equipo, los Spectrus y yo somos considerados los mejores de la organización, desde que entre a la academia destaque por mi inteligencia y facilidad de aprendizaje. Fui la cadete más joven en ir a una misión importante, mi desempeño en las misiones de alto riesgo hizo que mi carrera militar creciera por lo que en pocos años después me convertí en la comandante más joven de la organización. Salgo de mis pensamientos cuando me informan que hemos aterrizado, rápidamente tomo el bolso que uno de los hombres me extiende antes de bajar, sonrio al ver el jet de mi familia frente a mí. - Bienvenida señorita – me saludan la azafata y el piloto cuando abordo. - Quiero estar lo más pronto posible en el aire – los ignoro yendo hasta uno de los sofás donde me dejo caer. La azafata aparece junto a mí en un instante extendiéndome un maletín n***o él cual dejo de lado ya que lo único que quiero es salir de allí. No se cuánto tiempo pasa luego del despegue hasta que el piloto me informa que ya puedo moverme en el avión, suspiro quitándome el cinturón poniéndome de pie yendo a la habitación que hay en este, en la cama encuentro un cambio de ropa, lo ignoro caminando al pequeño cuarto de baño donde me desnudo frente al espejo donde me escaneo con la mirada sonriendo con arrogancia. La peluca es de cabello corto y liso en color n***o con un flequillo que me cubre la frente, los ojos negros son otro aspecto que me hace sonreír ya que incluso así, sigo siendo una belleza. Abro el agua de la ducha dejando que fluya en lo que llevo una de mis manos a mi frente tomando el borde de la peluca quitándomela al tiempo que las hebras castañas claro de mi cabello caen en hondas sobre mi cuerpo como un manto, me acerco un poco más al espejo de cuerpo completo quitándome las lentillas. - Hay esta – susurro sonriendo al ver el color acero que tengo en el iris de mis ojos. Rápidamente me doy una ducha con agua caliente quitándome la suciedad que dejo estar dos días en las montañas, al salir me acuesto en la cama solo con el albornoz puesto hasta que me quedo dormida. Unas horas después me pongo mis lentes de sol en lo que bajo del avión viendo que mi padre ya me espera en la pista observándome con el ceño fruncido. - En mi defensa – me detengo frente a él levantando las manos - lo hice por una muy buena razón. - Lo sé – sonríe abriendo los brazos para recibirme – no sabe lo feliz que me hace que este aquí sana y salva, comandante - Me avergüenzas papá – digo divertida besando su mejilla. - No me importa, eres mi pilar más fuerte – me abraza y lo siento respirar con tranquilidad al verme volver de pie y sin rasguño alguno ya que en algunas ocasiones me ha revido mal herida, inconsciente y en una camilla al borde de la muerte. - Estoy bien – digo apartándome un poco para verlo a los ojos. - Lo sé – me sonríe apartándose cuando llega mi equipo junto a Anubis Y Odín. - Quiero unas horas de calma – hablo a mi equipo que me observan rectos en posición de respeto – antes de que nos reunamos con los Cerberus – me vuelvo a ver a mi padre que asiente con la cabeza. - ¿tengo una habitación? - Por supuesto, comandante – responde mi padre mientras caminamos por la pista – también tienes tu lugar de calma. - Muchas gracias señor Ministro – le hago una señal a mi equipo para que me dejen a solas con mi padre. - Tu madre quiere que vayas a verla – cambia de tema a lo que asiento. - Me encantaría, porque realmente quiero dormir un día completo, además de que necesito un día en el spa con urgencia… - Puedo arreglarlo en este momento – responde haciéndome sonreír. - Sabes que jamás me negaría, pero lo que descubrí en Azerbaiyán necesitas saberlo y quiero que los Cerberus como apoyo. - Lo tienes – se detiene extendiéndome una llave – confió en ti, ahora ve a descansar. Giro en el tubo disfrutando de las notas del piano que es lo único que se me escucha en el lugar ya que este es mi momento de calma por lo que pongo mi mente en blanco. Aprendí a pole dance cuando estaba en la academia y me gustó tanto que lo convertí en mi lugar seguro, mi propio paraíso un momento solo para mí. Me gusta mi vida en la milicia, puede haber elegido cualquier otra cosa a la que dedicarme, pero desde el primer momento en el que entré al comando ruso siendo una niña me sentí atraída por esta vida y fue lo que elegí. No ha sido fácil, pero no desearía hacer otra cosa. Capto un movimiento por el rabillo del ojo, pero no me detengo hasta que la melodía acaba por lo que me bajo lentamente del tubo quedando bocabajo en lo que me pongo de pie viendo a mi teniente junto a un hombre que al posar mis ojos en el siento como la boca se me seca y la piel se me eriza. Entonces reconozco esos intensos y hermosos ojos negros que me observan con fascinación. Santino Russo, el comandante de equipo de elite italiano, Cerberus. Trato de mantenerme indiferente porque desde que vi su foto en el informe sentí una punzada atravesarme el tórax. - No te pedí que vinieras…
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