Katia llegó al baño, cubriendo su boca con una mano para reprimir sus lastimeros sollozos, mirándose al espejo y cerrando sus ojos luego sintiendo con todo su cuerpo la reacción de Franco. Sus lamentos eran los mismos de siempre, y estaba harta de que fuera de esa forma. ¿Pero qué iba a hacer si todos los días parecían ser tan distintos a los antiguos en donde sólo lloraba? ¿Cómo no iba a permitirse soñar con una historia de amor si soñar era lo único que tenía? Golpearon la puerta de ese baño que era individual, entonces limpió sus ojos y salió de allí, distrayéndose con el sonido de las pulseras en sus brazos. Se quedó en el pasillo del baño mirando sus pies, poniéndole especial atención al dorado de sus tacones y recordó cuando Franco se los regaló. Eso era lo que él hacía con ell