Capítulo XXXIX C APÍTULO XXXIXUna extraña entrevista que es consecuencia del capítulo precedente Fue una suerte para la joven que al día siguiente la posesión de dinero tuviese al señor Sikes tan ocupado comiendo y bebiendo, y en general contribuyó de tal manera a limar su temperamento que no tuvo ni tiempo ni ganas de criticar su comportamiento y su conducta. Para su amigo el judío, observador como un lince, hubiese sido obvio que Nancy tenía todos los síntomas de alguien que está a punto de dar un paso peligroso y audaz, para llegar al cual se ha producido una lucha interior fuera de lo común, y esto le habría puesto en guardia en seguida; pero el señor Sikes, que carecía de la sutileza necesaria para discernir los hechos, y que no albergaba mayores recelos que aquellos que se resuelve