La llegada al hospital es rápida y de inmediato me llevan a una habitación mientras Dante llama a mi doctora. Él está nervioso y no es para menos, aún es muy pronto para el nacimiento. Pero, también sé qué está pensando en Karla. ―Dante ―digo respirando entre cada contracción. Me mira. ―Ve a verla. Me mira como si hubiera perdido la cabeza. Y, en cierta forma, creo que es así. ―Pero… ―Ve, pero regresa pronto. Asiente luego de unos segundos. Sale de la habitación y me quedo unos segundos con la enfermera que comienza a monitorear a mi bebé. ―Las contracciones son frecuentes ―murmura la enfermera cuando la doctora aparece. ― ¿Que tan frecuente? En ese momento una nueva contracción me atraviesa y aprieto los dientes. ―Cada cuatro minutos. ―Bien mamá, vamos a revisarte y luego