Regresamos al restaurante y cuando estamos por entrar una figura que reconozco muy bien se acerca. ―Sabía que estarías aquí. Karla. ― ¿No sé por qué tendrías que buscar a mi marido? ―Te atreviste a enviarme a tus abogados. ―Te dije que no iba a descansar hasta que dejara claro que no soy el padre de tu hijo. Niega. ―Pues, te vas a quedar esperando una negativa, porque es tuyo. Sus ojos se posan en mí. ―Tú, no deberías estar con alguien como él. Dante está rechazando a su hijo. ―Mira, Karla. Los problemas que tú tienes te los has ganado porque quieres ―niego ―Solo hazle la prueba de ADN a tu hijo cuando nazca y asunto arreglado. Me mira con incredulidad. ―Veo que no piensas dejarle. ―No tendría porque hacerlo. Y, si lo hago, no sería asunto tuyo. Sonríe de lado. Una falsa son