La semana se me escapó de las manos y por pasar tiempo con Isaac no fui a comprar, no hicimos mucho más que estar juntos y hablar de tonterías. Gemma llegó el domingo por la mañana y fue toda una sorpresa, porque por ser su última noche Isaac durmió conmigo otra vez. Él seguía durmiendo, era un vago para levantarse y yo estaba haciendo unas tortitas como desayuno para despedirle cuando Gemma estuvo a punto de tumbarme la puerta. Corrí a abrir antes de que lo despertara, pero entró chillando y se lanzó a mi barriga. —¡Ha crecido y sólo me he ido una semana! ¿Cómo está mi Olivia? —No grites —le pedí, pero fue algo ridículo. La puerta de mi habitación se abrió, Isaac apareció sin camiseta y con unos pantalones del pijama grises. Tenía el pelo revuelto y se pasó la mano por la cara arr