La espalda de Marcus golpeó el suelo. – ¡Arriba! – dijo Agnes. Ser derrotado por su hermana en al área académica era menos vergonzoso que ser superado físicamente, él al igual que todos los exorcistas que seguían la doctrina Talarean pasó mucho tiempo encerrado entre libros y su pasatiempo era el grabado en madera, nada que necesitará levantarse de una silla, tenía muchos músculos sin desarrollar y a menos que pudiera lanzar libros a la cabeza de los cazadores, estaba en gran desventaja. Agnes estiró el brazo para ayudarlo a pararse – lo harás bien, todo es práctica. Los dos salieron del campo y notaron que había un gran número de personas en la cafetería, Agnes vio lo que parecía ser un sombrero alto y un traje azul marino con un bordado tan ridículo que torció la boca en una mueca.