Iglesia de la Rosa Parte 5

2050 Palabras
Karina Santiago modificaba su apariencia con magia y operaciones, era lo que los magos llamaban, ¡un duende! “Supimos que Brenda estaba herida, tenía una fractura seria, necesitaba operación, pero tus abuelos estaban ocupados contratando abogados y se olvidaron de atenderla adecuadamente, por eso intervinimos” Lilith recordó la conversación que tuvieron en el auto, por la forma en que lo explicaba se entendía que ella era una de las personas que tomaban decisiones, pero eso fue treinta años atrás, su madre era una adolescente y la tía Karina, que supuestamente era más joven, ya era una de las dirigentes. – No le gusta envejecer – dijo Megan – no le digas que te dije, me matará. ¡Oh!, está mirando hacia acá – cambió de tema. Lilith siguió su mirada y vio a Sandra, llevaba un vestido muy corto, en la parte superior se veía su ropa interior, también movía las manos y tocaba el brazo de Bruno en cada oportunidad – ¿es su novia? – Esa es la peor parte, no lo es y actúa como si lo fuera, no quiero ni pensar en lo que pesada que se volverá sí comienzan a salir – dijo Megan. Bruno dio la vuelta, caminó de regreso con Sandra detrás suyo y miró a Megan – siempre lo olvidas, la magia amplifica las ondas de sonido, puedo silenciar mi conversación y escuchar la suya. Megan se cubrió la boca – lo siento. – Claro – dijo Bruno con sarcasmo – Sandra se unirá a la práctica, las tres guarden su distancia, si una de ustedes golpea a la otra, se va de mi clase – enfatizó y se paró delante de Lilith – ¿cuál fue el resultado de tu prueba de capacidad mágica? – En la academia te hacen la prueba al final de tu primer año y yo no llegué al primer mes. Bruno asintió – usar hechizos es como correr un maratón, no lo das todo desde el comienzo porque sí lo haces colapsas antes del primer kilómetro, sí no puedes mover tu magia como deseas, no continúes acumulándola. Lilith asintió. – Vamos a practicar como lanzar tu magia y regresarla, es similar a respirar – se colocó detrás de ella y presionó su espalda – observa tus manos, intenta usar tu magia de nuevo. Lilith lo intentó y vio cómo delante de ella se formaba el mismo puño que lanzó antes. – No ataques, esta vez concéntrate en la forma que tiene – dijo Bruno – te falta familiarizarte. Las demás, no se burlen – miró a Sandra. Lilith se mantuvo derecha para concentrarse, no quería ponerse en ridículo, más de lo que ya lo había hecho. – Bastante patético, incluso para una imitadora – susurró Sandra y tumbó todas las latas de un solo tiro. – ¿Qué quiso decir? – susurró Lilith. Megan habló despacio – los imitadores son los mundanos que nacen sin magia y la adquieren gracias a que tuvieron contacto con demonios, ósea – se señaló – nosotras. – ¡Oh! Ese primer día fue cansado, Megan terminó sentada sobre el suelo y jugando con su celular – siempre me lo he preguntado, ¿por qué la magia no es clásica?, ya saben, cómo la de los videojuegos – mostró l apantalla de su celular – con hechizos de rima o palabras en latín, señalas tu objetivo y dices algo como: lanza llamas – movió las manos – y listo, ¡no sería increíble!, ¿por qué no funciona de esa forma? – Porque no – respondió Bruno. – El padre de la magia era un espadachín – dijo Lilith – y todos sus seguidores eran caballeros, no les gustaba la idea de lanzar hechizos a través del habla porque, sí eres un mago de ese tipo y te cortan la lengua, ¡adiós!, ellos sembraron las bases de la magia considerándola parte del cuerpo, para no depender de las palabras sino de instrucciones mentales, sí eres un mago y te cortan la lengua o te amputan los dos brazos, sigues siendo un mago. Si había algo que Lilith sabía, era sobre historia, más de lo que deseaba. Tres horas pasaron rápidamente, las pócimas se acabaron y ellos regresaron en la camioneta, de camino el estómago de Lilith gruñó – ¿cuánto tiempo tengo para aprender? – preguntó en voz muy alta para ocultar los ruidos de su estómago. – No hay una fecha límite – respondió Bruno sin apartar la mirada de la calle – entre más tardes, más cobraré. – Eso no me da mucha confianza, podrías enseñarme mal. Bruno miró a Lilith usando el espejo – no soy esa clase de persona, aprenderás, a tu propio ritmo y sin prisas, pregúntale a Megan lo que pasa cuando te apresuras. Ella resopló – aprendí mi lección, no me uses como ejemplo – cruzó los brazos. Llegaron a la iglesia, la entrada estaba abierta y ya había varias personas a tiempo para la misa del medio día, Bruno maniobró entre los coches estacionados para llevarlas a la parte de atrás – las acompaño – les dijo. Lilith tomó su mochila y bajó, tenía hambre, así que sin importar a dónde fuera Bruno, ella fue directo a la cocina, abrió el refrigerador y revisó los ingredientes que había, tenía hambre, pero no tenía ganas de cocinar. – Revisa sí todavía queda algo de efecto de la pócima de revelación. Lilith giró la cabeza, no había visto que Bruno también estaba en la cocina y la tomó por sorpresa, más calmada, se sentó y miró sus manos, aún quedaba algo, lo suficiente como para manifestar su forma favorita, un listón. Bruno le dio la vuelta a la cocina y tomó una tabla de madera – el control de la magia se basa en impulsos y percepciones, no en la capacidad como tal, puedes hacer más cosas de las que piensas – tomó un cuchillo de cocina. Lilith se levantó y empujó hacia atrás para no estorbarle a Bruno y a lo que fuera que estaba a punto de cocinar, sobre la mesa seguía el listón dorado que logró formar con su magia, Bruno la miró, sostuvo el cuchillo y golpeó la mesa, cortando el listón de Lilith en pedazos. Ella soltó un grito. Sobre el aire, flotaban cinco pedazos de magia. – Este es un cuchillo de cocina – dijo Bruno – lo compró mi abuela en el mercado. – Paquetería – gritó Megan desde la sala. Bruno rodó los ojos – no es importante dónde lo compró, lo que intentó decir es que este es un cuchillo normal y es físicamente imposible que sea capaz de cortar magia, es como apretar el aire con un lazo, ¡no se puede!, sí pasó esto – señaló los pedazos de magia sobre la mesa – fue porque tu mente sabe que los cuchillos cortan, fuiste tú quien la dividió, no el cuchillo, lo que yo hice fue darte un impulso visual. El corazón de Lilith latía rápidamente – no lo vuelvas a hacer – casi sintió que era su brazo el que estaba siendo cortado en pedazos. – De acuerdo – dijo Bruno y dejó el cuchillo de vuelta en su lugar – estudia lo que vimos hoy, las veré mañana. Lilith tragó saliva, los efectos de la pócima pasarían pronto, su magia se desdibujaba y con cuidado, usó su dedo índice para cortar un pedazo por la mitad, después tomó ese pedazo y lo moldeó con sus manos para tener una esfera – la magia se controla con la mente y la mente trabaja a través de impulsos, lo tengo – anunció, dio la vuelta y buscó a Bruno. – Ya se fue – le dijo Megan – pero yo te escuché, fue una epifanía de lujo – le dedicó un pulgar arriba. ***** Antonio ordenó un wiski, lo miró durante un largo tiempo y le dio un sorbo, el día siguiente no trabajaba, podía llegar tarde a casa, embriagarse y hacer lo que quisiera, eso incluía beber en un bar. Una mujer se sentó en la silla junto a él – linda barba, te queda bien. La voz fue muy familiar, Antonio giró lentamente y miró a la mujer a su lado con una blusa blanca de manga larga y una falda corta, era Anna – hijo de – maldijo entre dientes. El demonio sonrió – admítelo, ¡te da gusto verme! – Quítate eso. El demonio se sobresaltó – así, sin invitarme una copa primero, te has vuelto un salvaje. – No estoy de humor – bebió. El demonio se recargó sobre la barra – no habría funcionado, tú y ella, era muy joven, o tal vez, es así como te gustan, ¡pervertido! – ¿Qué demonios quieres? – No me has visitado, comienzo a sentirme muy solo – lo dijo con una voz suave – siento que a veces olvidas las cosas importantes – deslizó sus dedos sobre el hombro de Antonio y él apartó su brazo. – Según tú, ¿cuáles son? El demonio se señaló – tú y yo, las personas en tu vida son pasajeras, tu familia, a quien convenientemente alejaste porque tenías miedo de que yo los lastimara, tus compañeros de trabajo que tarde o temprano se jubilarán, o serán ascendidos, o ese chico, Percival, a quien te has estado aferrando últimamente, él también se irá, al final solo quedaremos tú y yo, te cuesta admitirlo, pero soy yo, tu compañero de vida. – Gracias a ti – dijo Antonio y se levantó de la silla – tendré pesadillas – pagó antes de irse. ***** Terminaba el mes de octubre, Percival tenía dolor de cabeza, salió de la oficina para ir a la farmacia y compró una botella de agua junto con las pastillas, en el camino tomó una. La recepción del ministerio lucía mucho mejor, después de lo sucedido con Lilith el consejo de magia les aumentó el presupuesto, había nuevas lámparas, climas que sí funcionaban y puertas que se abrían automáticamente. Entro al edificio y fue directo al elevador. – Tiene que haber alguien con quien pueda hablar – dijo una mujer junto a la recepción. – Ya le dije que no podemos compartir información de un caso abierto, sí puede apartarse para que la fila avance. – No quiero información del caso, solo quiero que alguien me diga que siguen investigando, ¿es tan difícil? – Señorita, la fila, ¡el siguiente! Percival se paró delante del elevador y presionó el botón para subir. – Espere – dijo alguien detrás suyo – usted trabaja para el departamento de demonología, es… – se detuvo y lo miró muy fijamente – eres el novio de Lucy. Durante su segundo y tercer año de universidad Percival salió con una chica llamada Lucía, sin embargo – ¿te conozco? – Soy Ofelia Lacroix, sí tienes unos minutos – se señaló, tenía un guante ortopédico en la mano derecha – una estudiante lastimó a mis compañeros, me hizo esto y escapó del ministerio, solo necesito saber que la están buscando, es todo lo que pido. Fue muy poca información, pero Percival supo exactamente a qué caso se refería – quien lastimó a tus amigos fue un demonio y sí, lo están buscando. – ¡Le creíste! – dijo Ofelia un poco sorprendida y su expresión cambió – yo estuve ahí, ella no tenía energía demoniaca alrededor de su cuerpo, ¡lo habría notado!, toda esa historia de que un demonio la controlaba es mentira. El elevador abrió sus puertas, Percival las detuvo para que no se cerraran. – Fue una excusa para evadir su responsabilidad y ustedes le creyeron – continúo Ofelia. Percival la miró de arriba abajo notando su mano y la ausencia de otras heridas – dices que no había energía demoniaca en su cuerpo. Ofelia asintió – sí, puedo dejar mi declaración sí es lo que hace falta. – ¡Eres impresionante! – exclamó – trabajo con personas que han perseguido demonios por más de treinta años y no son capaces de identificar la presencia demoniaca sin el uso de artefactos mágicos, pero tú, lo conseguiste, deberías trabajar aquí, pondrías a todos en ridículo – entró al elevador y cerró las puertas
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR