Ofelia caminó de vuelta a casa, en el camino su celular sonó, era su madre – hola mamá.
– Acaban de llamarme del hospital, no fuiste a tu cita. Sé que te duele y es incómodo, me pasó lo mismo cuando me operaron del hombro, me dolía y no quería hacer los ejercicios, le conté al médico cómo me sentía y él me dijo que sí no ejercitaba el músculo, el hueso se pegaba, sentir dolor es parte del proceso de curación, tienes que soportarlo para que puedas volver a usar tu mano.
Ofelia suspiró – lo lamento, iba a ir, tomé un pequeño desvío – miró hacia atrás – mamá, ¿tú has escuchado algo de la investigación?, sobre la chica que estaba en mi dormitorio, tenía un nombre bíblico, no lo recuerdo.
– Lilith.
– Sí, ella, ¿sabes sí la están buscando?
– Según sé, retiraron la acusación y los padres la ampararon bajo la ley de Sally, aún falta para que den una respuesta, aunque, todo indica que la solicitud será aprobada.
Ofelia frunció el ceño – ¿por qué?, ¿quién retiró la acusación?
– Fue tu abuela.
Ofelia regresó a la academia, siendo la nieta de la directora no tenía que formarse o esperar a que alguien la atendiera, podía ir a la oficina, saludar a la secretaria y tocar la puerta para entrar un segundo después.
La directora Lacroix levantó la mirada.
– Abuela, ¿es cierto que retiraste la acusación en contra de Lilith? – preguntó Ofelia apenas entró a la oficina.
La directora se quitó los anteojos – lo hice.
– ¿Por qué?
– Respira un poco, estás muy agitada – le dijo la directora y el cajón a su derecha se abrió para sacar dos carpetas – tomé la decisión que consideré más oportuna en base a la información que tenía, admito que me tomé mucho tiempo – la carpeta se abrió sobre la mesa y la directora tomó una hoja – esta es la evaluación de la señorita Bonel, mírala.
Ofelia extendió el brazo derecho y al recordar que tenía el guante, lo retrajo, tomó la hoja con la mano izquierda, el contenido era un informe con un dibujo en la parte de abajo del cuerpo humano y varias líneas trazadas, de acuerdo a los colores representaban las almas de Lilith y de un demonio no identificado.
– Desafortunadamente tú y yo conocimos a un mago que intentó culpar a un demonio para justificar sus acciones y salirse con la suya – dijo la directora – hizo que fuera más difícil de creer. Pero revisé el caso, la evidencia confirma la presencia de un demonio.
– Sí de verdad había un demonio dentro de su cuerpo, ¿por qué no hubo muertos? – preguntó Ofelia – los estudiantes de primer año, nosotros cuatro, todos estábamos vivos, no es así como operan los demonios. Lo vimos docenas de veces en las clases de demonología, no ha habido ni un solo caso registrado en el que un demonio salga de un edificio y deje a todos sus habitantes con vida.
– La única certeza con esas criaturas – habló la directora – es que no existe tal cosa, cada caso es diferente, hemos intentado encontrar patrones muchas veces y siempre surge un demonio que hace algo diferente, fue así como ocurrió el caso de Sally, los demonólogos asumieron que el demonio había devorado el alma de una periodista, se deshicieron del cuerpo, otro mago encontró la muñeca, y se convirtió en una ley.
Ofelia estaba insatisfecha – tiene que haber otra explicación, sí aceptamos que fue un demonio entonces, todo lo que hizo.
– Queda impune – completó la directora – ¡es lo que te molesta!
– No lo sé – respondió Ofelia sin pensarlo y la pregunta hizo eco en su cabeza, ¿qué era lo que le molestaba?, aparte de tener la muñeca fracturada, soportar la fisioterapia y saber que sus compañeros también sufrieron, Verónica tenía una contusión en la cabeza, Samuel perdió la visión del ojo izquierdo y Cecilia, del grupo de primer año tenía quemaduras de segundo grado.
Los demonios y los criminales no eran iguales, a los criminales se les acusaba, había juicios, condenas y la seguridad de que cada día, esa persona despertaba y dormía en una pequeña celda de la que jamás podría salir, los demonios eran atrapados, disipados y entonces.
¿Qué seguía?
Había un vacío, una necesidad de venganza que no podía cubrirse con los demonios, porque ellos ya estaban muertos y no se les podía castigar en vida.
– Te haré una cita con un psicólogo de la clínica Vignon, no es recomendable que vayas con los de la academia, los conoces a todos, una persona ajena será mejor – dijo la directora y le extendió una tarjeta.
Ofelia la tomó.
– Sé honesta, las víctimas…
– No soy la víctima de un demonio – aclaró Ofelia – una persona me atacó, es mi culpa por no ser capaz de defenderme – le entregó la hoja – me haré más fuerte – salió de la habitación.
*****
Tres semanas y cuatro días desde su llegada a la iglesia del abismo, y finalmente, Lilith podía controlarlo.
Cuatro latas de aluminio a una distancia de quince metros, una por una, salieron volando y regresaron a su lugar, antes pensó que esa sería la parte más difícil, curiosamente, lo difícil fue llegar a esa distancia, a partir de ahí su magia fue más fluida.
– Estás lista para el siguiente ejercicio – dijo Bruno.
– ¿De verdad?, no dirás; “buen trabajo”
Bruno la miró fijamente – ¡eres de las que necesitan la validación de otros!, mal por ti, el siguiente ejercicio consiste en usar magia simultánea, quiero que apuntes a dos latas al mismo tiempo.
Lilith apretó los dientes para no decir algo, a su lado Megan sonrió – es lindo cuando es agresivo.
– Tus gustos apestan, ser un poco amable no lo matará – disparó hacia dos latas al mismo tiempo – los refuerzos positivos son necesarios en la pedagogía, el objetivo es impulsar a tus estudiantes a que usen su creatividad y prueben cosas nuevas, no traumarlos – apuntó a tres al mismo tiempo – mis dos padres son maestros, sé de lo que hablo y él es un idiota.
– Recordatorio – dijo Bruno – puedo amplificar el sonido y escuchar cada palabra.
– Lo sé – anunció Lilith en voz muy alta y tumbó las cuatro latas al mismo tiempo sin mirarlas.
Era domingo, había una misa de la iglesia de la Rosa, pasaron directamente a la parte de atrás y Lilith subió a su habitación para ver la televisión. Los programas de investigaciones ya no eran sus favoritos, tuvo suficiente de salas de interrogatorio y celdas, ahora miraba películas románticas.
Bruno aprovechó para ver a su abuelo antes de que la misa comenzara – ¿tienes tiempo?
El señor Harold estaba vistiéndose con una túnica pesada que usaba encima de la ropa – un par de minutos, dime.
– Lilith necesita una prueba de capacidad, la primera vez que la vi toda su magia parecía una pelota, ahora usa su magia por horas sin que se agote.
Harold se quitó el reloj – no hace falta.
– ¡No!, abuelo, ¿hay algo que no me has dicho? – esperó una respuesta – ¿estoy en peligro?
Harold sonrió – tú, tenías siete años la primera vez que viniste aquí a decirme que querías pelear contra demonios, no te imagino teniendo miedo de una chica.
– Recuerdo que llamaste a papá y me enviaste a casa con una consola de videojuegos para que hiciera algo acorde a mi edad.
– Sí, no me arrepiento, ya es tiempo de comenzar la misa – dijo Harold y pasó por un lado de Bruno para dejar la habitación – Lilith no es peligrosa, es una buena chica, llama a sus padres todas las mañanas, le ayuda a tu abuela a cocinar y mantiene a Megan fuera de problemas, me agrada, no la molestes – sentenció al final.
Una hora después Karina tocó la puerta de la habitación de Megan y Lilith, ambas miraban la televisión.
– Tía.
– Siento interrumpir, ¡esa película es horrenda!, no la vean.
– Estamos haciendo una lista de malas películas – explicó Megan – ¿quiere unirse?
– Suena interesante, pero tengo que tomarle medidas a Lilith – dejó las carpetas sobre la mesa y tomó una cinta.
Lilith se levantó – ¿para qué?
– La fiesta de navidad, organizamos un festival medieval con ropa antigua, velas, corsé, juegos y música digital porque la música en vivo es costosa – le guiñó el ojo.
– ¡De verdad! – exclamó Lilith y miró a Megan para saber sí la estaban engañando – cuenten conmigo – se paró derecha y alzó los brazos.
Karina tomó las medidas e hizo anotaciones.
Megan bajó de la cama para mirar las carpetas, estaba lleno de diseños de vestidos – mira, este es mi estilo – le mostró a Lilith – a ti te quedaría…, este.
Lilith asintió, por mucho tiempo quiso ir a los festivales de la academia, las ceremonias y las fiestas que organizaban, las imaginó llenas de magia con manifestaciones volando por el techo o entregando las bebidas, lo imaginó demasiado.
– Deja de brincar – reclamó Karina.
Lilith estaba tan nerviosa, que no podía mantener sus pies quietos.
– Con eso, le llevaré tus medidas a la costurera, ¿algún color que te agrade?
– Guinda, marrón, no, café con guinda, mostaza, mejor azul rey, ¡ah! – se puso demasiado nerviosa – dile que lo quiero en tonos otoñales.
Megan sonrió al imaginar un vestido con todos esos colores y tomó la segunda carpeta, Karina la trajo para ella, unos minutos después Karina se fue y Lilith se sentó junto a Megan, la carpeta estaba llena de diseños de tatuajes.
– ¿Te harás otro?
– Sí, estoy pensando en dos peces formando el yin y el yan, porque soy, ya sabes, muy espiritual – bromeó – ¿tú no quieres?, te verías bien con un poco de tinta.
– No puedo, mis padres me matarían.
– Ellos no están aquí y no se enterarán sí eliges un lugar que se cubra con la ropa.
Lilith no pudo creer que lo estuviera pensando – eres una mala influencia – tomó la carpeta.
La televisión se quedó en pausa y eventualmente se apagó, las dos pasaron un largo tiempo mirando los diseños, calaveras, dagas, rosas y plumas.
Megan acomodó el libro sobre la cama – este es mi favorito, las plumas son un símbolo de libertad, valentía y la cultura nativo americana lo relaciona con el “gran espíritu”, es algo como místico, me gusta, pero no me decido sí quiero una pluma, dos, tres o cinco, cuatro no se puede porque no es número primo, por eso me decidí por los peces, ahora, no sé, es mucha presión.
Lilith rodó los ojos – claro, es algo que llevarás toda tu vida.
– Algo así, ¿cuál te gusta?
No debía, pero tenía dos diseños que rápidamente se volvieron sus favoritos – me gustó esta tipografía, pensé en un número en mi muñeca, el mil trece.
– El trece es de mala suerte, ¿estás segura?
– Totalmente – era el número de la tienda de magia, ahí fue su primer vistazo al mundo mágico, su primer trabajo y también fue ahí donde el demonio la encontró y toda su vida cambió, lo que la llevaba al segundo diseño – y este – señaló un cuervo con las alas extendidas – en mi espalda.
– Mezclas la libertad con la inteligencia, ¡me gusta!
No era la razón, pero Lilith no lo dijo, quería un cuervo porque le recordaba a Percival, el chico que la salvó dos veces y ni siquiera lo sabía, con todo lo que pasó, sabía que jamás volvería a verlo, por eso quería un tatuaje.