Lilith recordaba su juventud en rededor de una chaqueta de mezclilla, un pantalón a la cintura, una blusa blanca y una mochila al hombro. No se imaginaba de otra forma, para Lilith, entre más común fuera un atuendo, era mejor. Fue después de conocer a su tía Karina que nació su gusto por los vestidos elegantes, el maquillaje y el tinte para cabello. Pararse frente a un espejo con un atuendo único, el cabello suelto y joyas a juego. Durante su depresión y enojo por haber sido engañada, esos fueron sus mejores momentos. No quería volverse superficial, solo sucedió y no pudo evitarlo. Las luces estaban encendidas y ella llevaba un vestido con un escote en vertical, no se necesitaba mucho esfuerzo para empujar la tela por sus hombros, sus aretes eran largos y se pegaron a su cuello en el mo