Lilith giró de prisa – dijiste que no lo recordarías, porque todo pasó en mi espacio mental. – Dije que no era posible para un mano sin entrenamiento en magia mental. Lilith olvido esa parte – no es lo que piensas, estaba agradecida y pensé que nunca volvería a verte, y siempre que pensaba en ti recordaba el cuervo en la esquina de mi mesa, fue en la misma semana en la que decidí tatuarme, fue…, una coincidencia. Percival asintió – esto es lo que entendí, pensabas en mí y ahora te gusto. Puesto de esa forma, la hizo sentir expuesta y molesta. – A mí me gustas – completó Percival – me gusta hablar contigo sobre teorías mágicas, una película o cuántas verduras hay en mi dieta, me gusta, que todos los problemas parecen sencillos cuando estás conmigo, no importa que sean una completa locu