Joseph abrió los ojos, su cuerpo ya no era humano, sino la mezcla de un reptil con la piel azulada y manchas rojas, sus cuernos eran grandes y despedían una neblina negra que se esparcía por el aire. A su alrededor, la magia que puso en los clones fue absorbida y muchas de las almas que había acumulado a lo largo de siglos, se liberaron. Era una situación que no le gustaba, porque tanto las almas como el poder que había acumulado a lo largo de esos siglos, eran suyos y nadie tenía derecho a arrebatárselos. Los clones desaparecieron. Los magos que habían estado absorbiendo la magia de los clones se vieron interrumpidos y voltearon hacia la parte central del túnel para saber qué estaba pasando, ahí estaba Joseph, con la apariencia de un demonio y el entrecejo fruncido. Los seguidores de