Siguiendo el consejo de su jefe, el capitán Francis Leblanc, Percival patentó el Eco, fue una de las primeras cosas que hizo, antes de pensar en venderlo, en aceptar la oferta de Ofelia o en reunirse con el señor Rafael Bonel, director de la empresa de artefactos y productos mágicos, él patentó su invento y, en teoría, tenía todos los derechos sobre los permisos de fabricación. En teoría. La realidad se estaba volviendo muy conflictiva. – La demanda del señor Bonel es válida – le informó su abogado después de su cita en el juzgado – usted firmó un contrato. – Fue por el escáner, dividimos el artefacto, se estableció en una de estas páginas – tomó el contrato y pasó las hojas rápidamente – ellos pueden producir el escáner en masa, no el Eco, yo tengo derechos sobre ese y lo que quiero,