Llego al restaurante donde ya me espera Emiliano. Me siento frustrada, el resto de la mañana después de la reunión, estuve hablando con algunos contactos tanto de mi padre como del Ángel de la muerte para tratar de dar con el paradero de los Bizantino, es como si la tierra se los hubiera tragado. Sé que están aquí en Italia más no sé dónde. Lo que me da a entender que hay alguien más apoyándolos y él no saberlo me desespera.
Al entrar al restaurante lo veo en una mesa cerca de la ventana, al verme sonríe poniéndose de pie para recibirme.
- ¿Sabes que aquí hasta un novato podría darnos? – pregunto mientras él me corre la silla para que me siente.
- Hola para ti también – besa mi mejilla para luego ir a su lugar – respondiendo a
