He aprendido que Caleb puede ser algo intransigente en algunos temas. Sin embargo, no pienso dejarme mangonear. Sentada en la sala de mis padres junto a él. Lo fulmino con mi mirada. Después de una maravillosa cena donde mi madre se lució, pasamos al salón a beber un poco. —Repite lo que acabas de decir—digo en voz baja para que ni mis padres, ni Maya nos oigan. —Que no volverás al restaurante—habla en el mismo tono. Su brazo esta sobre el respaldo del sofá. —En que momento te pedí yo permiso para hacer lo que me plazca. —Cariño. —Cariño, tres pepinos Caleb ¿Qué sugieres que haga? —inquiero—Necesito trabajar. —No lo necesitas. —No digas lo que creo que estás suponiendo. Porque me voy a enojar y no te va a gustar. —Odio que trabajes tantas horas en ese lugar—frunce el ceño—Además,