Cenaron juntos y una vez más, Lara fue feliz al despertar la mañana siguiente y contemplar el rostro de su amado. Esta vez lloró, pero de alegría. Estaba durmiendo como siempre, con su semblante de felicidad, pero sobre su vientre. Había pasado toda la noche hablándole en silencio a ese bebe que estaba por venir a llenar sus vidas de alegría, una vez más. Lara acarició su cabello mientras lo observaba. Estaba aferrado a su cuerpo tal cual unas semanas antes lo había estado su pequeño hijo… de pronto, Lara giró su cabeza para tomar algún pañuelo que el joven tuviera en su mesita de noche y así secar esas lágrimas de felicidad que danzaban por su rostro en ese momento. Y allí estaba él… aquel sobre que tanto había mencionado Lucas cuando por primera vez unieron sus cuerpos y ella se mostrab