Lara introdujo su mano en el bolsillo de su chaqueta, pero las lágrimas en sus ojos le impidieron abrirla. Así se quedó, con el puño cerrado, recostada sobre la pared, recordando aquel beso y la vergüenza que sintió tras él.
Sonrió, porque casi trece después, no puede creer cómo se animó a besarlo.
Recordó la primera vez que lo vio en Tarifa, la primera vez que hablaron. Se recordó estudiando y también jugando junto a él. Recordó las horas de biblioteca, sus tertulias, los partidos… Recordó sus besos, a Martín, y el amor que Luisa aun siente por ella. Recordó lo importante que fue para ellos el momento en que unieron sus cuerpos por primera vez, y cuando descubrió que ese hombre había sido capaz de enviarle rosas y versos por tanto tiempo esperando el reencuentro, sin decirle quién era
