Al día siguiente. Amalia. Despierto y me siento ansiosa, veo a los lados y Sebastián no está. No debería sentirme mal, todo lo contrario debería estar acostumbrada. Escucho gritos en la sala, eso me asusta, me cubro con una bata y mis pantuflas, bajo corriendo. Mientras más me acerco reconozco esas voces. —¡Ustedes dos no tienen ningún derecho a reclamar! Quieren que le diga a Amalia lo que pasó hace un año y ninguno tiene el valor de decirle. ¿Tu tío Sebastián? El hombre perfecto. Eso me hace sentir nerviosa, y no entiendo lo que Mario acaba de decir. —¿Qué pasa? Y además, ¿qué fue lo que paso hace un año y nadie me dice? —pregunto. Todos me observan muy asustados. —Vamos a la cocina, yo te explico —me dice Evelyn. —¡Evelyn, ahora no! —dice Sebastián. —No quiero hablar co