Larissa. Horas antes. Todo fue para despistar, sé perfectamente que Mario me estaba escuchando tras la puerta, no soy estúpida. Que idiota son todos al pensar que Alessandro vendrá hasta acá para llevarnos a Amalia y a mí. Realmente son una bola de idiotas, creo que deberían de pensar y hacer mejor el papel al que quieren jugar conmigo. Mario y Sebastián se fueron y reviso su ubicación, están en la policía, pobres bastardos. Evelyn se ve a prepararnos unas bebidas, y yo me quedo a solas con Amalia. —¿Por qué finges que no los conoces, Amalia? —No quiero hablar de eso, Larissa. —A Rogelio no lo conocías, pero a Alessandro sí, ¿por qué lo haces? ¿A caso tienes miedo? —Cualquiera le tendría miedo, pero dime, ¿cómo está Alessandro? ¿Él está bien? —Lo siento, Amalia, no quería